Domingo de Ramos

CAMINEO.INFO.- Hoy es un día de contrastes. En la plaza: alegría, gozo, reconocimiento de que Jesús “viene en nombre del Señor”, ahora en el evangelio: abandono, soledad, pasión y muerte.

Un contraste muy fuerte, pero no es el único contraste: También contrasta la autenticidad del relato que hemos leído, con nuestra vida tantas veces incoherente con nuestra fe.
También contrasta la entrega de Jesús para salvarnos a cada uno de nosotros, con nuestra acogida fría y poco comprometida de su salvación.
También contrasta su amor verdadero hacia cada uno de nosotros, con nuestro vivir una religiosidad que nos lleva a cumplir con unos actos de piedad, pero no a tener una relación de amor con las tres personas divinas.

Este relato que hemos leído nos retrata a todos. Nos descoloca, y esto es bueno que pase, porque nos hace ver que nuestro seguimiento de Cristo muchas veces es mediocre.... Nos hace falta hacernos presente la grandeza a la que nos llama Dios, ¡ser santos!, que nos hagamos presente las maravillas que El quiere hacer en nosotros. Sin este ideal, ¡ser santos!, el seguimiento se vuelve rutinario.
Todos estos contrastes nos han de interpelar, nos han de tocar, nos han de mover. Pero para que la pasión del Señor pueda hablar a nuestra vida requiere alguna cosa más que leerla ahora y escuchar una breve homilía. Nos es preciso acercarnos al misterio central de la vida de Cristo, nos hace falta contemplarlo, meditarlo, para que ilumine el misterio de nuestra vida.

Os animo y os exhorto a lo largo de esta semana a leer, a meditar, y a contemplar la pasión y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Es el acontecimiento central de nuestra fe. Dios nos quiere dar unas gracias unidas a esta contemplación de manera que este hecho ilumine nuestra vida, pero esto exige nuestra colaboración. Dios nos crea sin nuestro consentimiento pero no nos puede salvar sin nuestra implicación personal.

Ahora daré algunas pistas que nos pueden ayudar en esta contemplación del misterio de la pasión del Señor:

• En primer lugar la cruz nos habla del amor de Dios que se expresa en el Cristo crucificado. Allí donde más claramente se manifiesta que Dios nos ama es en la cruz. Seguir el Cristo, seguirlo auténticamente, solo es posible a partir de sentirnos amados por el....

Muy importante: cuando contemplamos la pasión hace falta que vayamos pensando: “lo ha hecho por mi” “lo hace porque me ama”. Cuando Jesús esta viviendo la pasión nos tiene presentes en su corazón a cada uno de nosotros, ya nos conocía y ya nos amaba. ¿Como puede ser? Porque Jesucristo es Dios.

• La cruz es símbolo del amor, pero también de la iniquidad y de la maldad del pecado. Tanto pecado, tanto mal, tantas personas que viven existencias crucificadas, nos habla, con mucha claridad, que el mundo esta necesitado de salvación.

• La cruz nos ilumina el sentido de los sufrimientos. Jesús no viene para hacer una explicación teórica del sufrimiento, ni tampoco viene para borrarlo del mundo. Jesús viene para darle sentido. El sufrimiento vivido con amor es capaz de salvar, de redimir. Si contemplamos su sufrimiento salvador, esto nos ayudara a nosotros a vivir de otra manera nuestros sufrimientos...

• La cruz nos habla de la importancia de amar, de buscar y de cumplir con la voluntad del Padre. Dice Jesús: “Padre, si quieres, aparta de mi... pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. ¿Nos preocupa cumplir la voluntad de nuestro padre, de Dios Padre? Nos hace falta contemplar, saborear esta radical adhesión de Jesucristo a la voluntad del Padre. Todas las plegarias tendrían que acabar “pero Señor que no se haga ...”

• La cruz nos habla de la importancia de la plegaria, Jesús pasa de la turbación y la angustia, a la serenidad gracias a la plegaria... ¿como va nuestra oración? ¿es una oración que transforma la vida?. Contemplar como Jesús ora ...

• Finalmente no podemos olvidar que la cruz nos habla de vida, de resurrección. No nos podemos quedar en la cruz. Es preciso dar un paso mas, y descubrir que Jesús muriendo es fuente de vida. El seguimiento del Cristo es un seguimiento que nos lleva hacia la vida auténtica, la vida feliz, Por esto Jesús dice: “lo que yo quiero es que participéis de mi alegría y vuestro gozo sea completo”,

Todo esto y muchas otras cosas el Señor nos quiere ayudar a verlas y vivirlas a partir de la contemplación de su pasión. La semana santa es una semana santificante, nos santifica. Es imposible pensar que Cristo haga presente su obra salvífica y no produzca frutos en nosotros.

La acción de Cristo es siempre eficaz, pero hace falta que nos pongamos “a tiro”. Dios no puede actuar sin nuestra colaboración...

Que esta eucaristía sea la puerta de entrada a una Semana Santa vivida intensamente.