Nuevos populismos y un raro ‘bien común’ hipnotizan a incautos

He visto y escuchado a otro líder que con voluntad decidida aspira al poder por la vía populista y pienso que inspira a incautos. Fue, el pasado 15 de diciembre, en una conferencia en la facultad de economía de la ULL. La universidad debe ser siempre un foro donde se pueda hablar, escuchar, ponderar y criticar las respectivas reflexiones. Se llama Christian Felber. Es austriaco y lidera una  reflexión que ha dado lugar a un “modelo” y a “un dinámico movimiento”, por hoy dice “apartidario” y “eminentemente político”, autodenominado 'Economía del Bien Común' (EBC). La presentó él como modelo económico nuevo y alternativo al capitalismo. Intervino previamente, Gunter Koch, presidente de la “Humboldt Cosmos Multiversity” y presentó a Christian Felber como otro gran pensador austriaco que abre un nuevo paradigma o marco conceptual para el análisis económico dentro “de la ciencia como un todo”, dentro de la “Todología”. La verdad es que parecían como palabras mayores, gruesas. No las había escuchado nunca, ¿palabras proféticas? En ese momento, sorprendido y algo entusiasmado me creía al poder estar allí. Claro era que este señor es austriaco pero en absoluto es ‘Austriaco’. ¿Liberal? No, en absoluto. En tal escuela  no parece encajar ni defenderse, ni conocerse tal concepto del 'bien común', salvo en el capítulo XXXV del libro de Von Mises, La Acción Humana, titulado la teoría del bien común ante el mercado y que para nada, insisto, parece encajar con lo que Felber explica.

Hubo un llenazo absoluto, cosa rara en la actualidad universitaria. Más sorprendente cuando se constata el eco de su predicamento, por la bancada, por la audiencia presente en la conferencia. Se va abriendo paso en círculos progresistas, también entre gentes calificadas como 'intelectuales', entre empresarios que anhelan ser felices, entre algunos profesores y entre estudiantes que seguro también lo anhelan.

Una composición de lugar previa yo tenía. Pues me habían hablado y dado material sobre la EBC. Siempre creo convencidos de su buena intencionalidad. Esta era una gran oportunidad para catar in situ el alcance de esta idea e intentar hacer una modesta y honesta ponderación. Animé a mis alumnos de economía en Derecho y en Magisterio a que asistieran a la conferencia programada. Sin duda, era una gran ocasión. Atentamente lo escuché. Quien quiera también puede verla en internet en el documento 2/4 de ULL-Debate: La Economía del Bien Común (1/4 ... - YouTubehttps://www.youtube.com/watch?v=uzruaUiGY90 .

Lo escuché. La razón, la racionalidad de las personas, la optimización de objetivos sujeto a restricciones la aplastó. Al mercado, como mecanismo de asignación de bienes y de factores, al intercambio voluntario y a la competencia les dio por absurda construcción académica, nada real. Pero no quedó ahí, ‘educadamente’ pidiendo disculpas previas a los economistas, pues él no lo es, se burló de Adam Smith, de “la mano invisible” implorando a “una mano visible” que entre ‘bromas y veras’ identificó con su “Matriz del Bien Común”, su mano bien visible. Concretamente al hablar Felber de A. Smith resaltó su sueño de alcanzar el bien común poniendo énfasis en “la única deficiencia” de su tesis y de la ortodoxia económica clásica: “la única deficiencia de su tesis es que la sustenta en una “mera esperanza”; ¡un científico tan brillante, tan sagaz, tan lúcido y, luego, la creación del bien común la reposa en la mera esperanza. ¡Qué flojo, por favor! …Y esa flojera se mostró sólo una vez cuando se le escapó, casi inconscientemente, esa metáfora de la ‘mano invisible’ ”. En este punto entró con sutil ironía a explicitar la inexistencia de la mano invisible,  ni la de un Dios que consiga el sueño de Smith. Me pareció constatar que del Espíritu, de Dios, de lo metafísico, de lo moral, irónica y sutilmente se mofó. No entendí, qué necesidad había de entrar así en tal cosa. ¡En fin!, en esos momentos lo confieso me sobrecogí. ¡Ojalá toda esta reflexión que escuchaba sea bienintencionada! Soy católico. Esta es mi gran esperanza. Tengo muchas. Sin esperanzas, caminar es siempre más duro para toda persona. Pero en absoluto creo que Adam Smith descansara o reposara su tesis en una “mera esperanza”, sus fundamentos antropológicos, filosóficos,  económicos y la propia historia lo avalan. Criticar a Adam Smith sin tener en cuenta su 'Teoría de los sentimientos morales', no conduce a nada.

Hablaba, en cambio, Felber de su ‘mano visible’ como alternativa a la inexistencia y hablaba  de un 'nosotros' que al parecer es quien cumplirá concienzudamente con tal función. Dirimirá entre lo que es bueno y malo, lo feo y lo bello. El público mayoritariamente le vitoreó y aplaudió con fruición. ¿Por qué? ¿Porque la gente escuchó lo que quería escuchar?, ¿'él lo sabía' y se los dio? Estas preguntas las resuelve el ‘populismo’, ‘el buenismo’ y ‘el voluntarismo’ afirmativamente; eso sí, nunca por cuenta propia, sino con cargo a otros, “a terceros”.

Me pregunto: ¿Este líder con sutileza, de manera muy sofisticada, por el flanco de lo aparentemente 'científico', invitado por las instituciones académicas, apelando al 'respeto al medio ambiente y al regazo del planeta tierra' y articulando alguna estructura orgánica política, pretende empoderar al pueblo y subirse, quizá subirlo, al poder? Felber, reitero, ya está pretendiendo movilizar agentes para su causa como él afirma “eminentemente política”. Invita en sus presentaciones a incorporarse a una estructura orgánica y política, a conformar círculos difusores de su modelo alternativo. ¿Su causa? ¿cual? La delimita en una denominada 'Matriz del Bien Común' integrada por 'objetivos sociales, valores e interlocutores o grupos de agentes de contacto'. Habla, insisto, de que un "nosotros", que yo no lograba saber muy bien a quién se refería, es el que otorga los valores cuantitativos que dan peso a cada objetivo social y particular, explicitado numéricamente en cada celda de la Matriz, sin aclarar qué explica tal número cardinal ni su sentido relativo. Felber identificó ese 'nosotros' con 'el pueblo' que es en quien reside la soberanía consagrada en nuestras Constituciones. ¿Esto cómo lo gestiona? Al parecer, de forma novedosa, con un populismo de nuevo cuño. Pues realmente y pragmáticamente pienso que no es posible que la ponderación de los valores fijados en las celdas de la matriz las decida el pueblo. Lo haría en todo caso 'un nosotros' muy susceptible de dirigir o ser dirigido y manipulado.

Hasta ahora en nuestras democracias occidentales creíamos que, de alguna manera,  la soberanía nacional  quedaba plasmada en el Parlamento elegido por nosotros, por todos. Esto para Felber no es una plena democracia.

Felber también apela a la existencia de órganos auditores o controladores externos que verifiquen los grados de cumplimiento de las empresas mediante el denominado “Balance del Bien Común”. ‘Fiel’ reflejo de la imagen de cada empresa que se someta a evaluación teniendo el referente de la Matriz. Pero inmediatamente se pregunta uno: ¿entonces quién controla al controlador? Además ¿acaso no existen ya estos mecanismos de control político, económico y financiero dentro del actual modelo? El propio Parlamento, Interventores, Tribunal de Cuentas del Estado, los OCEX Autonómicos, El Consejo de Estado, El Defensor del pueblo,... ¡Ah perdón, todo eso es ‘viejo’!

Observando la Matriz, entre los valores (columnas) se explicitan: '1. La dignidad humana, 2. La solidaridad, 3. La sostenibilidad ecológica, 4. Justicia social, 5. Participación democrática y transparencia'. ¡Qué bien suena, no! Entre los grupos de contactos (filas) la Matriz cita: 'A) Proveedores, A.1 Gestión ética de la oferta/ suministros. B) Financiadores, B.1 Gestión ética financiera, C) Empleados e incluso propietarios, D) Clientes, productos, servicios, otras empresas, E) Ámbito social: región, soberanía, generaciones futuras, personas, naturaleza mundial, F) Criterios negativos (penalizaciones)'.

Al citado 'nosotros' este líder y comunicador lo coloca por encima del Parlamento. ¡Perplejidad e inquietud me dio! Parecía un juego dirigido hacia 'la plena democracia' decía. Lo antiguo, todo ello, está caduco, lo nuevo, lo que ellos, su 'nosotros', portan y sostienen es lo que vale. Lo justo, lo más perfecto. Quizá me equivoco. Pero disculpen que lo exprese. Me parecía, no puedo asegurarlo aún, estar escuchando en ‘mi facultad’ los prolegómenos cautivadores de masas de otro/s que con cantos de sirenas, flautas o gritos quisieron embarcar a pueblos que terminaron embarrancando. No lo sé, ¡pero atentos! Próximamente contextualizaré todo esto como algo que no es tan nuevo en el ámbito de la ciencia económica sin perder atención al recorrido del asunto.