Tras embarcar a bordo del Buque Escuela “Juan Sebastián de Elcano” el pasado uno de abril, comenzábamos una nueva etapa, una época constructiva para nuestra vida como marinos, compañeros, militares, y para muchos, como católicos.
Habiendo celebrado la tradicional ofrenda a la Virgen del Carmen, como gesto de despedida e invocación, partíamos ya con la petición de la protección de nuestra patrona, queriendo mantenerla siempre presente, en particular en aquellos momentos de especial dificultad que pudieran acecharnos.
Los que luchamos constantemente por la mejoría en la vida religiosa como católicos debemos agradecer las facilidades ofrecidas a bordo: el apoyo incondicional del capellán, la suerte de contar con capilla a bordo, cercana al sollado y a la camareta de guardiamarinas, en la que el Señor presente en el Sagrario cuida y vela por nosotros.
A bordo del Elcano, y generalmente en cualquier buque de nuestra Armada, se requiere mucha calidad humana para tratar de resolver airosamente los contratiempos diarios que surgen por causa de una rutina activa. Es aquí donde una buena formación cristiana, junto con apoyo moral, contribuyen a sacar fuerza y motivación para afrontar todos los retos.
El Santo Sacrificio de la Misa celebrado tanto en puerto como en la mar, las homilías de aplicación práctica y diaria, la oración del marino, el ángelus, el Santo Rosario, y la constancia espiritual son momentos que han contribuido a mantener un buen ambiente para crecer como cristianos fortaleciendo nuestra fe.
Con menos de tres semanas por la proa, imploramos a nuestra patrona, la Virgen del Carmen, que nos ampare para llegar a nuestro puerto de destino con la satisfacción de cumplir la misión de ejercer como buenos embajadores de España y haber seguido creciendo en la fe, y en nuestra formación militar y marinera, objetivo fundamental de este crucero de instrucción.
Guarida Marina 2º Eugenio Díaz del Río Sotelo
Guardia Marina 2º Juan González-Aller Cornago
