CAMINEO.INFO.- Rosario/ARGENTINA.- El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Jorge Mario Bergoglio SJ, aseguró este domingo que “el desencanto, sostenido por encantamientos a medida, tapa y distrae del verdadero drama que es la falta de esperanza”, y reclamó una “buena dosis de humildad” para responder a los problemas sociales de la Argentina y al “desencanto del mundo moderno”, cuya tercera parte “vive y muere en la miseria más espantosa. No es sólo desencanto sino desesperación, en algunos rabiosa, en otros resignada”.
El purpurado porteño también instó a los argentinos a la caridad y la solidaridad, y consideró que es necesario proteger “cada vez más esa dignidad humana tantas veces pisoteada, explotada, disminuida, esclavizada”.
“Podemos decir que la medida de la esperanza está proporcionalmente relacionada con el grado de projimidad que se da entre nosotros. En una Argentina abierta, en la que conviven mejor que en otros sitios hombres de tantas razas y credos, el terreno está bien dispuesto para que crezca esa projimidad en todo su esplendor y calidad”, aseguró en la misa de clausura del I Congreso Nacional de Doctrina Social de la Iglesia que, tras sesionar los días 6 y 7 de mayo, concluyó ayer en la sede rosarina de la Universidad Católica Argentina.
El primado argentino sostuvo que “la ‘projimidad’ es el ámbito necesario para que pueda anunciarse la Palabra, la justicia, el amor, de modo tal que encuentre una respuesta de fe. Encuentro, conversión, comunión y solidaridad son categorías que explicitan la ‘projimidad’ como criterio evangélico concreto que se opone a las pautas de una ética abstracta o meramente espiritual”.
El cardenal Bergoglio aseguró que “no queremos ser esa Iglesia temerosa que está encerrada en el cenáculo, queremos ser la Iglesia solidaria que se anima a bajar de Jerusalén a Jericó, sin dar rodeos; la Iglesia que se anima a acercarse a los más pobres, a curarlos y a recibirlos. No queremos ser esa Iglesia desilusionada, que abandona la unidad de los apóstoles y se vuelve a su Emaús, queremos ser la Iglesia convertida que, después de recibir y reconocer a Jesús como compañero de camino de cada uno, emprende el retorno al cenáculo, vuelve llena de alegría a la cercanía con Pedro, acepta integrar con los otros la propia experiencia de projimidad y persevera en la comunión”.
“Podemos decir que la medida de la esperanza está proporcionalmente relacionada con el grado de projimidad que se da entre nosotros. En una Argentina abierta, en la que conviven mejor que en otros sitios hombres de tantas razas y credos, el terreno está bien dispuesto para que crezca esa projimidad en todo su esplendor y calidad”, concluyó