CAMINEO.INFO.- La Plata/ARGENTINA.- El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, recordó que “desde hace casi medio siglo la Iglesia celebra una Jornada de Oración por las Vocaciones, que se ofrece como “un contexto litúrgico y espiritual para meditar con reconocimiento y gozo sobre el llamado que, en todo el mundo, Dios dirige a muchos hombres y mujeres para que se consagren a él y al servicio de la Iglesia”.
“Ese llamado es un don, siempre inmerecido y providencial, una invitación apremiante al seguimiento más estrecho de Cristo, una gracia nueva de discipulado y de misión”, dijo durante una celebración eucarística en el Seminario San José, donde admitió como candidatos al presbiterado a seminaristas jóvenes y como diáconos permanentes a hombres casados, padres de familia, que desean consagrarse al ministerio diaconal.
El prelado les preguntó a los futuros sacerdotes sí “ya han comprendido que la gracia de la vocación incluye un dinamismo exigente”, al explicar que “el llamado se renueva cada día, y cada día es menester renovar la respuesta” y citar el mensaje donde el papa Benedicto XVI los invita a “salir de la propia voluntad cerrada en sí mima, de su idea de autorrealización, para sumergirse en otra voluntad, la de Dios, y dejarse guiar por ella”.
“Conformar la propia voluntad con la de Jesús, es decir, sumergirse en la voluntad de Dios. En estas expresiones se manifiesta la dimensión subjetiva de la consagración: el don sacramental del sacerdocio al cual ustedes aspiran requiere en el sujeto receptor esa disposición religiosa a ser todo de Dios, de Cristo, de la Iglesia. El sacerdote, decía el Cardenal de Bérulle, es un religioso de Dios; ahora bien, se llega a serlo mediante una generosa transformación personal que es obra de la gracia divina y de la propia libertad”, indicó.
El arzobispo platense sostuvo que “el celibato es el signo por excelencia de aquella disposición, que requiere normalidad natural, serena autoposesión de sí, vigor sobrenatural de las virtudes y especialmente la capacidad conquistada de amar con el Corazón del Señor. Reclínense desde ahora, cada vez más, en su Corazón”.
En tanto, a los candidatos al diaconado permanente les advirtió que ese servicio “no se puede aspirar a serlo viendo en ello una especie de coronación de una carrera laical”, y les recordó que “el oficio de la predicación que se confía al diácono reclama una preparación permanente de estudio y oración y sobre todo una fidelidad irrestricta al magisterio de la Iglesia. Las funciones litúrgicas que debe desempeñar piden del diácono un profundo sentido de las realidades sagradas y auténtico espíritu sobrenatural”.
Monseñor Aguer instó a contemplar a Jesús resucitado y, ante El, orar y trabajar para que “surjan en nuestra arquidiócesis numerosas vocaciones al sacerdocio, al diaconado y a otras formas de especial consagración”.
Concluyó su catequesis con las palabras con que Benedicto XVI cierra su mensaje para la presente jornada de las vocaciones: “La capacidad de cultivar las vocaciones es un signo característico de la vitalidad de una Iglesia local. Invocamos con confianza e insistencia la ayuda de la Virgen María, para que, con el ejemplo de su acogida al plan divino de la salvación y con su eficaz intercesión, se pueda difundir en el interior de cada comunidad la disponibilidad a decir Sí al Señor, que llama siempre a nuevos trabajadores para su mies”.+