Ya estamos en verano; los niños ya tienen las notas; los jóvenes ya
han hecho el examen de acceso a la Universidad; los titulados ya han
opositado y están esperando notas y destino. Algunos ya han preparado
las maletas y se han marchado a la costa, a las montañas o al
extranjero. Es necesario que todos tengamos unas vacaciones, porque no
vivimos para trabajar, sino trabajamos para vivir. También nos acordamos
de los que no tiene vacaciones, porque en verano trabajan en las tareas
de la recolección en el campo, o con la ganadería o en la hostelería,
etc.
Yo deseo invitaros a vivir las vacaciones de tal manera que
sean un descanso, un descanso del cuerpo, de la mente, de las
preocupaciones. Un poema de José María Pemán (1897-1981) nos invita a
vivir sencillamente. Lo he leído hace poco en una carta pastoral de un
Obispo español y agustino que está en Argentina, y me ha encantado. Me
recuerda a Horacio en su Beatus Ille, y a Fr. Luis de León y su oda: ¡Qué descansada vida/ la del que huye del mundanal ruido…! Dice Pemán en su Elogio de la vida sencilla:
“¡Vida inquieta, frenesí/ de la ambición desmedida…/ ¡Qué mal comprende
la vida/ el que la comprende así! La vida es soplo de hielo/ que va
marchitando flores;/ no la riegues con sudores,/ ni la labres con
desvelo;/ la vida no lo merece:/ que esa ambición desmedida/ es planta
que no florece/ en los huertos de la vida/… Vida serena y sencilla,/ yo
quiero abrazarme a ti,/ que eres la sola semilla/ que nos da flores
aquí./ Conciencia tranquila y sana/ es el tesoro que quiero; nada pido y
nada espero/ para el día de mañana./ Y así, si me da ese día/ algo,
aunque poco quizás,/ siempre me parece más/ de lo que yo le pedía./ Ni
voy de la gloria en pos,/ ni torpe ambición me afana,/ y al nacer cada
mañana/ tan sólo le pido a Dios/ casa limpia en que albergar, pan tierno
para comer, un libro para leer, y un Cristo para rezar.”
El poema
es más largo y os invito a leerlo entero buscándole en internet. Es un
elogio de la vida sencilla siempre, en el campo, en la ciudad, en
invierno y en verano, en medio del ruido y del silencio. Permitidme unas
glosas provocativas: «Al nacer cada mañana». ¿Agradezco
a Dios cada mañana el regalo de su amor y la vida, reconozco el valor
de la familia, las cualidades de mis vecinos, la fidelidad de los
amigos, la sabiduría de los ancianos, la inocencia de los niños, el
inconformismo de los jóvenes, el servicio del panadero, del tendero, del
camarero o del transportista y de los servidores públicos? ¿Tengo la
casa limpia, es decir, mi conciencia, o soy envidioso, mezquino,
soberbio, rencoroso, presuntuoso, egoísta empedernido?
«Tan solo le pido a Dios». Nuestra
vida está en sus manos de Padre con entrañas maternas. Necesitamos su
ayuda, su Espíritu para poder vivir en paz, en concordia, en comunión
con uno mismo, con los demás, con el resto de la creación y con el mismo
Dios.
«Pan tierno para comer». ¿Lo habrá para
todos? ¿Seremos capaces de ser solidarios con los que sufren, con los
que no tienen pan, ni hogar, ni vacaciones? ¿Valoramos lo que hacen los
organismos públicos en favor de los necesitados y las instituciones
privadas como Cáritas o Manos Unidas y aportamos algo y anteponemos los
intereses sociales o de la comunidad a los privados?
«Un libro para leer». Muchos
hacen deporte, nadan, suben montañas, hacen barranquismo, o ciclismo, y
está bien, pero ¿cultivamos el espíritu? ¿O somos consumidores nunca
saciados de televisión, de internet, de las revistas? ¿Por qué no leer
un libro, o más, y especialmente el Evangelio de cada día, entrando en
lo que dice el texto, en lo que Dios nos dice en el texto y respondiendo
nosotros a Dios? ¿Sabemos leer los acontecimientos de la vida y
reflexionar, las situaciones más diversas por las que pasamos las
personas? ¿Sabemos alegrarnos con las gentes de los pueblos en sus
fiestas, compartir sus gozos, preocupaciones y dolernos de sus dolores?
«Y un Cristo para rezar». ¿Por
qué no conocer más a Cristo, amarle, seguirle, rezarle? Y no solo cada
uno, sino en la familia, comentando con los amigos la manera que tiene
Jesús de afrontar la vida. ¿Por qué no hacerlo también con los
cristianos de las comunidades cristianas de los pueblos o ciudades donde
pasamos unos días de vacaciones? Honra y reza a Cristo, pero hónrale
también en los miembros de su Cuerpo, los desnudos, los pobres, los
drogadictos, en los que están solos, en los enfermos y ancianos… No le
desprecies.
El poema termina así: «He resuelto no correr/ tras un
bien que no calma;/ llevo un tesoro en el alma/ que no lo quiero
perder;/ y lo guardo porque espero,/ que he morir confiado/ en que se lo
llevo entero/, al Señor que me ha dado».
Que tengáis unas felices
vacaciones. Que colaboremos a hacer felices las vacaciones de los
visitan nuestros pueblos o ciudades porque vuelven al pueblo, a sus
raíces o desean cambiar de aires y conocer nuestra hermosa y bella
tierra palentina y sus buenas gentes.