De las palabras de Papa Francisco pienso que, entre otras, hay tres muy importantes y muy repetidas por él: periferias, misericordia, cultura del encuentro.
La invitación casi cotidiana que hace, primero con sus propios gestos, a salir a las periferias geográficas y existenciales; su afirmación de la fe en el Dios Padre misericordioso que siempre perdona y el llamado constante al diálogo y al encuentro, sobre todo cuando se trata de situaciones que van más allá del ámbito religioso.
“No se peleen” fue una de las primeras recomendaciones de Papa Francisco, por ejemplo, llamando al diálogo y al encuentro, concretamente el 19 de marzo, cuando momentos antes de la inauguración del pontificado llamó por teléfono a la Argentina por la gente reunida en la Plaza de Mayo: "Les quiero pedir que caminemos juntos todos, cuidémonos los unos a los otros, cuídense entre ustedes, no se hagan daño, cuídense, cuídense la vida… que no haya odio, que no haya pelea… Dialoguen…".
Se siente el tono y cariño de padre en el saludo. Pero no sólo Plaza de Mayo ocupa y preocupa a Francisco. Hoy como padre de todos, también hay otras plazas como la Tahrir del Egipto ensangrentado y en hemorragia. Frente a esta guerra civil el Papa hizo ya varios llamados al cese de la violencia. El último el sábado 17 y, indirectamente, el domingo 18 cuando afirmó que la fe es incompatible con la violencia.
¡Si!, si no salimos al hermano por Dios, nuestro Padre común, el otro se convierte en el enemigo de mis propios intereses mezquinos, egoístas. Y cuando estos intereses son corporativos se vuelven fácilmente asesinos.
No es fácil entender lo que sucede en Egipto; los intereses de fondo en esta guerra atroz. Pero ciertamente, renunciar a los propios intereses para salir al encuentro del otro y dialogar, en el marco de misericordia del Padre común que no se cansa de perdonar, es un camino cierto a la paz.
jesuita Guillermo Ortiz