Durante su segundo día en Irak, el papa Francisco mantuvo un
encuentro interreligioso con líderes de otras confesiones religiosas en
Ur de los Caldeos, el hogar primero de Abraham, una de las ciudades más
antiguas e importantes habitada entre el 2025 y el 1735 a.C.
“Este lugar bendito nos remite a los orígenes, a las fuentes de la
obra de Dios, al nacimiento de nuestras religiones”, recordó el
pontífice, y agregó: “Aquí donde vivió nuestro padre Abrahán, nos parece
que volvemos a casa. Él escuchó aquí la llamada de Dios, desde aquí
partió para un viaje que iba a cambiar la historia”.
El Papa afirmó que estas religiones son “el fruto de esa llamada y de
ese viaje” y señaló que Dios le pidió a Abrahán que mirara el cielo y
contara las estrellas y “hoy nosotros, judíos, cristianos y musulmanes,
junto con los hermanos y las hermanas de otras religiones, honramos al
padre Abraham del mismo modo que él: miramos al cielo y caminamos en la
tierra”.
Francisco explicó la importancia de mirar al cielo, pues nos da un
mensaje de unidad: “el Altísimo que está por encima de nosotros nos
invita a no separarnos nunca del hermano que está junto a nosotros” pero
también nos hace “mantener la fraternidad”, afirmó.
“Nosotros, descendencia de Abraham y representantes de distintas
religiones, sentimos que tenemos sobre todo la función de ayudar a
nuestros hermanos y hermanas a elevar la mirada y la oración al Cielo”,
expresó, y recordó que el hombre “no es omnipotente”, por sí solo no
puede hacer nada, y si elimina a Dios, “acaba adorando a las cosas
mundanas”. De hecho, dijo, “en el mundo de hoy, que a menudo olvida al
Altísimo y propone una imagen suya distorsionada, los creyentes están
llamados a testimoniar su bondad, a mostrar su paternidad mediante la
fraternidad”.
Ante los líderes de otras religiones, Francisco advirtió que “la
ofensa más blasfema es profanar el nombre de Dios odiando al hermano” y
recordó que los creyentes no pueden "callar cuando el terrorismo abusa
de la religión”. Irak es un país que ha sufrido las consecuencias del
terrorismo, de la guerra y de la violencia y en el que todas las
comunidades étnicas y religiosas han sufrido. Es por ello que el Papa
eleva su oración en este encuentro, en la llanura de Ur, “por todos
ellos y para que en todas partes se respete la libertad de conciencia y
la libertad religiosa” que son, subrayó, “derechos fundamentales”.
"El terrorismo, cuando invadió el norte de este querido país,
destruyó de manera brutal parte de su maravilloso patrimonio religioso,
incluyendo iglesias, monasterios y lugares de culto de diversas
comunidades", aseveró.
El Papa quiso recordar a los tantos jóvenes voluntarios musulmanes de
Mosul, “que ayudaron a reconstruir iglesias y monasterios, construyendo
amistades fraternas sobre los escombros del odio, y a cristianos y
musulmanes que hoy restauran juntos mezquitas e iglesias”.
“Amar y proteger los lugares sagrados es una necesidad existencial,
recordando a nuestro padre Abrahán, que en diversos sitios levantó hacia
el cielo altares al Señor”, recalcó.
El Santo Padre también recordó que el camino de Abraham comportó
sacrificios; “tuvo que dejar tierra, casa y parientes”, pero,
renunciando a su familia, “se convirtió en padre de una familia de
pueblos”.
En medio de la pandemia en la que nos encontramos, el Papa invitó a
seguir su ejemplo, para que dejemos “esos vínculos y apegos que,
encerrándonos en nuestros grupos, nos impiden que acojamos el amor
infinito de Dios y que veamos hermanos en los demás”.
“Nos necesitamos unos a otros”, enfatizó, y la pandemia ha hecho
comprender que “nadie se salva solo”. Además, advirtió que la tentación
de distanciarnos de los demás, “siempre vuelve”. Entonces “el 'sálvese
quien pueda' se traducirá rápidamente en el 'todos contra todos', y eso
será peor que una pandemia”.
Durante su discurso, el pontífice afirmó que, en medio de la
tempestad, es importante que rememos juntos en la misma dirección,
reprochando que “no es digno” que mientras todos estamos sufriendo por
la crisis pandémica - y especialmente aquí donde los conflictos han
causado tanta miseria - alguno piense ávidamente en su beneficio
personal.
“No habrá paz sin compartir y acoger, sin una justicia que asegure
equidad y promoción para todos, comenzando por los más débiles. No habrá
paz sin pueblos que tiendan la mano a otros pueblos. La paz no exige
vencedores ni vencidos, sino hermanos y hermanas que, a pesar de las
incomprensiones y las heridas del pasado, se encaminan del conflicto a
la unidad”, aseveró.
Por ello, el Papa volvió a elevar su oración, en esta ocasión por
todo Medio Oriente y en particular “por la vecina y martirizada Siria”.
Francisco aseguró que el camino de la paz comienza “en la renuncia a
tener enemigos”, porque “el que sigue los caminos de Dios no puede estar
en contra de nadie, sino en favor de todos”.
"El que sigue los caminos de Dios, afirma el Papa, no puede
justificar ninguna forma de imposición, opresión o prevaricación, no
puede actuar de manera agresiva", añadió.
El Santo Padre consideró: “Depende de nosotros, humanidad de hoy, y
sobre todo de nosotros, creyentes de cada religión, transformar los
instrumentos de odio en instrumentos de paz”.
Al final de su discurso, el Papa hizo varias exhortaciones por la
paz. A los responsables de las naciones les pidió “que la creciente
proliferación de armas ceda el paso a la distribución de alimentos para
todos”. A referentes de los credes los instó “dar voz al grito de los
oprimidos y de los descartados del planeta” pues, afirmó, “demasiados
carecen de pan, medicinas, educación, derechos y dignidad”. Además, dijo
que de ellos depende “que salgan a la luz las turbias maniobras que
giran alrededor del dinero y pedir con fuerza que este no sirva siempre y
sólo para alimentar las ambiciones sin freno de unos pocos”.
También, subrayó Francisco, depende de nosotros “proteger la casa
común de nuestras intenciones depredadora” y “recordarle al mundo que la
vida de los niños por nacer, ancianos, migrantes, hombres y mujeres de
todo color y nacionalidad siempre son sagradas y cuentan como las de
todos los demás”.
"Me impactó, dijo el Papa, el testimonio de Dawood y Hasan, un
cristiano y un musulmán que, sin dejarse desalentar por las diferencias,
estudiaron y trabajaron juntos. Juntos construyeron el futuro y se
descubrieron hermanos. También nosotros, para seguir adelante,
necesitamos hacer juntos algo bueno y concreto".
Agradecimientos y oración de los hijos de Abraham
Francisco agradeció a Rafah Husein Baher, "por haber compartido con
nosotros la voluntad firme de permanecer aquí, en la tierra de tus
padres. Que quienes no lo lograron y tuvieron que huir encuentren una
acogida benévola, digna de personas vulnerables y heridas".
Al final, ante los lideres de las otras religiones, expresó su deseo
“para que se realice el sueño de Dios”: que la familia humana sea
hospitalaria y acogedora con todos sus hijos y que, mirando el mismo
cielo, camine en paz en la misma tierra.
Después de las palabras del Papa se procedió al momento de la Oración
de los Hijos de Abrahán. En ella se agradeció a Dios por “habernos dado
como padre común en la fe a Abrahán, hijo insigne de esta noble y amada
tierra”, por su ejemplo, valentía, fortaleza, generosidad y
hospitalidad; por su fe en Dios.
En la oración se pidió a Dios para que cada persona sea testigo del
cuidado amoroso hacia todos, en particular hacia los refugiados y
desplazados. Que Dios nos haga instrumentos de reconciliación y paz, al
mismo tiempo que seamos capaces de cuidar el planeta.+