“Toda persona humana es preciosa, tiene un valor que no depende de lo
que tenga ni de sus capacidades, sino del simple hecho de que es una
persona, a imagen de Dios”, expresó el papa Francisco al recibir este
lunes 13 de diciembre a los miembros del Instituto Seráfico de Asís, con
motivo del 150 aniversario de su fundación.
En su discurso, el Santo Padre manifestó su alegría por este
aniversario y se unió a los miembros de esta Institución por esta
celebración.
“Abrazo en primer lugar a los niños: a los que pudieron hacer el
viaje y a los que se quedaron en casa. Son el centro de su misión. Junto
a ellos, saludo a todos los que los acompañan en sus diversas tareas,
pero también a todos los que ofrecen un apoyo amistoso a esta gran obra,
desde las propias familias de los niños hasta las instituciones”.
Asimismo, el Papa recordó la visita que realizó a Asís en 2013,
cuando fue para seguir las huellas del Santo cuyo nombre ha tomado y la
visita que hizo a esta Institución donde pudo saludar a los jóvenes y
recordar el abrazo a los más pequeños, a los pobres que caracterizó la
vida de San Francisco. Que se hizo pobre, siguiendo el ejemplo de Jesús,
para estar plenamente del lado de los últimos.
En este sentido, el papa Francisco recordó a San Ludovico da Casoria,
como verdadero franciscano, que había asimilado el mensaje del Seráfico
Padre. En su caridad creativa y generosa, no lo pensó dos veces cuando,
durante una peregrinación a Asís, rezando ante el Crucifijo, escuchó la
voz que, con un triple "sí", le confirmó la inspiración de fundar un
instituto dedicado a los ciegos y sordomudos, categorías que en aquel
momento carecían del apoyo social necesario.
Desde entonces, el Instituto Seráfico dio grandes pasos, creciendo en
la gama de servicios que ofrece para acoger a niños con discapacidades
severas y múltiples, y se distingió por la profesionalidad con la que
lleva a cabo su misión, ganándose los merecidos elogios de la propia
comunidad científica.
El Santo Padre señaló que, lo más importante es el espíritu con el
que todos se dedican a esta misión. Está claro para ustedes, como
debería estarlo para todos, que toda persona humana es preciosa, tiene
un valor que no depende de lo que tenga o de sus capacidades, sino del
simple hecho de ser persona, imagen de Dios.
Si la discapacidad o la enfermedad hacen que la vida sea más difícil,
no es menos digna de ser vivida, y vivida plenamente. Al fin y al cabo,
¿quién de nosotros no tiene limitaciones y no se encuentra tarde o
temprano con limitaciones, incluso graves? Es importante considerar a la
persona discapacitada como uno de nosotros, que debe estar en el centro
de nuestra atención y preocupación, y también en el centro de la
atención de todos y de la política. Este es un objetivo de la
civilización.
Además, el pontífice dijo que, existen numerosas organizaciones que,
como ustedes, prestan este servicio y que a veces tienen dificultades
para sobrevivir o para realizar sus servicios de la mejor manera
posible. Por supuesto, no podemos esperar todo de los organismos
públicos. Se necesita la solidaridad de muchas personas, como es el caso
de sus benefactores.
“Que el Señor los bendiga por su buen corazón. Pero el Estado y la
administración pública deben hacer su parte. No podemos dejar solas a
tantas familias que se ven obligadas a luchar para mantener a los niños
con dificultades, con la gran preocupación del futuro que les espera
cuando ya no puedan cuidarlos”, subrayó Francisco.
El amor, centro del Instituto Seráfico
El papa
Francisco también subrayó que, el Instituto Seráfico se siente parte
integrante de su comunidad, y se alegra de experimentar que los
servicios del Instituto no se limitan a la asistencia profesional, sino
que proporcionan a cada uno una atención personalizada, atenta y
cuidadosa.
La lógica del Instituto "Seráfico" es el amor, el que se aprende del
Evangelio en la escuela de San Francisco y San Ludovico; el amor que
sabe leer en los ojos o en los gestos, anticipa los deseos, no se rinde
ante las dificultades, encuentra la fuerza cada día para volver a
empezar y se alegra de cada mínimo progreso de la persona asistida. La
vida siempre es bella, incluso con pocos recursos. A veces puede
sorprender. Sé que sus hijos saben hacer muchas cosas, convirtiéndose en
pequeños artistas del teatro, la radio o la pintura.
Finalmente, el Santo Padre señaló que, en este periodo de pandemia,
hubieron algunos momentos difíciles, pero no impidieron realizar el
viaje a Roma y realizar otras iniciativas, como la construcción de una
capilla para la adoración Eucarística y la participación del Instituto
en una escuela sociopolítica para estimular a la sociedad a repensarse a
sí misma, empezando por los más pequeños. Esta escuela encaja bien en
el marco de la iniciativa de la Economía de Francisco, ayudando a
renovar la economía en justicia y solidaridad.+