Las Dominicas de la Anunciata, en Roma, para la canonización de su fundador

CAMINEO.INFO.- Unos 2.000 peregrinos de todo el mundo, entre religiosas y personas ligadas a la Congregación de las Dominicas de la Anunciata, asistirán este fin de semana en Roma a los actos organizados con motivo de la canonización de su fundador, el P. Francisco Coll.

El próximo sábado, 10 de octubre, está prevista la acogida de los peregrinos en el Angelicum (Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino), en Roma, donde se celebrará una Vigilia de Oración.

Y el lunes, 11 de octubre, a las 10,00 horas, tendrá lugar la Misa de acción de gracias por la canonización del P. Coll en la Iglesia de Santa María Sopra Minerva, en Roma. La Eucaristía estará presidida por el Maestro General de la Orden de los Dominicos.

Además, el 15 de noviembre se celebrará en Madrid una Eucaristía de acción de gracias por la canonización del Padre Coll. Será en la Basílica de los PP. Dominicos de Alcobendas, a las 10,30 horas. La Misa, que será emitida por la 2 de TVE, estará presidida por el Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela.

Biografía
El beato Francisco Coll y Guitart, sacerdote de la Orden de los Frailes Predicadores (Dominicos), fundador de la Congregación de las Dominicas de la Anunciación de la Bienaventurada Virgen María, nace en Gombrén (Girona) el 18 de mayo de 1812, siendo el décimo y último hijo de un cardador de lana.

En un primer momento de su vida se dedicó a la formación de los niños, simultaneándola con su formación hacia el sacerdocio en el seminario de Vic, Barcelona, donde había ingresado en 1823. Por una clara inspiración de Dios entra en la Orden de Predicadores en el convento de Gerona en 1830, y allí vive y hace la profesión solemne y recibe el diaconado, hasta que en 1835 la exclaustración de los religiosos le obliga a vivir fuera del convento, si bien nunca renunció a su profesión dominicana, sino que la vivió aún con mayor intensidad.

Con el consentimiento de sus superiores recibe el presbiterado con el «título de pobreza» en 1836, y fue destinado al ministerio parroquial y a la predicación itinerante, como le pedía su carisma dominicano. Pasó cuarenta años de intensa predicación en toda Cataluña en misiones populares, y fue instrumento importante de la renovación religiosa de aquella sociedad. Su predicación fue de gran fidelidad al Evangelio y de una fácil superación de las circunstancias adversas con gran fe en la vida eterna.

Nombrado director de la Orden seglar dominicana en 1850, tuvo en sus manos el instrumento jurídico para poner remedio a una necesidad urgente de su época y de su región: la formación cristiana de las jóvenes en los lugares más pobres y desatendidos, y así puso el fundamento de la congregación de Hermanas Dominicas de la Anunciata en 1856.

Enfermo desde 1869 de achaques diversos, como la ceguera y pérdida de las facultades mentales, murió en Vic (Barcelona) el 2 de abril de 1875. En esta ciudad se veneran sus reliquias, en la Casa Madre de la congregación.
Fue beatificado solemnemente por Juan Pablo II el 29 de abril de 1979.

La Congregación de las Dominicas de la Anunciata, por él fundada, está presente en más de 20 países y cuenta con cerca de 1.200 religiosas.