Bajo una especie de paraguas llamado “arte”, cualquiera, como un cómico sin ingenio hace chistes fáciles, se abusa tantas veces de la paciencia de los ciudadanos, que vemos atacadas nuestras creencias con blasfemias, y la sensibilidad y el buen gusto de cualquiera con obscenidades, y todo ello –además- con dinero público. En realidad, la pintura que se exhibe en el Teatro Español no es más que un ataque directo a la Iglesia católica y a los cristianos, además de hacerse publicidad gratuita su autor. En el colmo de la desvergüenza, el señor Villalonga, concejal del área de Artes del Ayuntamiento de Madrid, ha tachado de “provocación” las protestas que piden su retirada, y el director del teatro dice que “ante todo prima la "libertad del creador". Según tan lapidaria frase, que no pasa de ser un sofisma, me pregunto qué pensaría la privilegiada cohorte municipal si al eximio autor se le hubiera ocurrido cubrir las desnudeces del cuadro con una fotografía de la Alcaldesa de Madrid en el lugar donde ha colocado al Cristo de Velázquez.