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Nuestro Gobierno está empeñado en sacar adelante unas leyes que promueven una supuesta igualdad. Una igualdad que se sitúa por encima de la libertad y que supone una afrenta a la diversidad y a la equidad. Algunos dirán que la ideología progresista de este Ejecutivo sí que permite la libertad de pensamiento. Pues claro, siempre y cuando no te salgas de lo políticamente correcto.
¿Y qué está pasando en el campo de la educación durante este estado de alarma? Pues, como el Ministerio no puede ni sabe ayudar a las familias más desfavorecidas, se ha decretado “la igualdad en la mediocridad”: nada de impartir contenidos nuevos en este tercer trimestre y aprobado general para todo el alumnado de las etapas de la educación obligatoria.
¿Y qué va a pasar con los centros de educación especial tras la aprobación de la LOMLOE? Pues que solo se mantendrán algunos colegios para atender a los alumnos con una grave diversidad funcional. El resto deberá cerrar sus puertas, pues su alumnado se incorporará a los centros escolares ordinarios.
Y es que la nueva Ley de Educación progresista pretende imponer una supuesta igualdad, aun en contra del criterio de las familias afectadas y de los expertos en la materia. Y ahí no quedará la cosa, pues para atender con ciertas garantías al alumnado de los centros especiales, el Gobierno deberá dotar a los colegios ordinarios de recursos humanos y materiales imprescindibles. Sí y justo ahora que nos encontramos en plena debacle económica. Y también arreciarán las críticas por parte del cuerpo docente, reconociendo su falta de formación para atender debidamente a un alumnado con una diversidad amplísima. Tampoco tardarán en aparecer las quejas y los lamentos de algunas familias cuando el Ministerio sea consciente de su equivocación e incapacidad y vuelva a echar mano de esa “igualdad en la mediocridad” que tan injusta es para todos.