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¿Será posible decir: hasta aquí hemos llegado?
Creo que el sueño de cualquier
detentador del poder, persona u organización, ha sido y es establecer el
pensamiento único, una colección de dogmas en los que todos crean a pié
juntillas, sin discusión, pues poner en duda cualquiera de ellos puede ser
severamente castigado y el atrevido que lo intente arrojado a las tinieblas.
La técnica del convencimiento
persuasivo ha ido perfeccionándose progresivamente, sobre todo desde que los
ciudadanos esperan más cosas del Estado, sin caer en la cuenta de que “nuestros
amados líderes” repartes las migajas de lo nos esquilman constantemente.
En los tiempos del comunismo
leninista el pensamiento único se impuso a sangre y fuego, pero luego, otras
versiones solapadas del mismo comunismo llegaron a descubrir que si conseguían
tener en sus manos la educación de la gente joven, la cosa podría marchar sobre
ruedas. (Gramsci)
Para ello era necesario ir
eliminando todas las instituciones que venían transmitiendo sus propios
valores, especialmente la familia y la religión, que cayeron sin apenas ruido,
cuando la gente aceptó la ideología de género como un dogma inatacable, para
cuya defensa se elevó a la mujer por encima del hombre, que fue acusado de
machista y a todo el sistema anterior de hetero-patriarcal.
La mujer fue pronto convencida de
su “derecho a abortar” con el lema ampliamente coreado de “nosotras parimos,
nosotras decidimos”. ¿Hay algunos valientes que se opongan al aborto? Los que
lo hagan pueden verse en apuros con las leyes que promulgaron los gobiernos
“progresistas” y no se atrevieron a derogar los que alguna vez se proclamaron
conservadores.
El matrimonio, la natalidad y la
familia, apenas si resisten el empuje de
la imposición del pensamiento único que abarca un área amplísima de
naciones, apoyados por organismos parasitarios como la ONU, la UNESCO, y sus
diversos tinglados o la UE que acogen y difunden, dándole un carácter de aparente
respetabilidad a la reducción de la población, la difusión de métodos
anticonceptivos o la última bomba: “el
calentamiento global” dogma inapelable que si niegas estás perdido y
desacreditado.
Todo esto se ha ido preparando al
ofrecer a la gente una sexualidad sin responsabilidad, sin hijos, sin
obligaciones. Aquello que empezó en Mayo del 68 con lo de “haz el amor y no la
guerra” ha tomado carta de naturaleza y se ve como normal vivir en pareja y cambiar
de pareja cuando les apetece.
Otro dogma inapelable que ha sido
aceptado casi sin oposición es la ideología de género. No somos hombres o
mujeres, sino lo que cada cual decida ser escogiendo entre un amplio surtido de
géneros ambiguos y naturalmente los gobiernos “progresistas” se han apresurado
a reconocerlo como un avance de la humanidad y amenazar a los que intenten protestar
con las más severas penas.
Hay otros dogmas pequeñitos,
locales, en fase de crecimiento, como el derecho a decidir si quiero ser
español, catalán, vasco o baturrico. Estos dogmas pueden terminar con la
existencia de España, pero desgraciadamente a lo peor lo acabamos aceptando si
“nuestros amados líderes” lo ordenan, en su propio beneficio, aunque nos
cuenten que lo hacen por nuestro bien.
¿Cuántos nuevos dogmas nos
estarán preparando y cuántos seguiremos dispuestos a aceptar o rechazar? Bueno,
lo de rechazar, cada vez nos lo van poniendo más difícil pues la presión de los
medios es irresistible y hace falta mucho valor.