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Domingo XIX del Tiempo Ordinario: ¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?

Sat, 09 Aug 2014 23:58:00
 

CAMINEO.INFO.-

REYES 19, 9a. 11-13a
SALMO 84
ROMANOS
9, 1-5
MATEO
14, 22-33

Gran catequesis la que nos hace hoy la primera lectura. ¡¡Grandísima!!. Dios no habla en el huracán, Dios no habla en el terremoto, Dios no habla en el fuego...

¿Qué quieren decir estas expresiones? Quieren decir que Dios no habla con acciones y manifestaciones espectaculares y que nos dejen boquiabiertos. Puede pasarnos que a veces esperemos de Dios unas manifestaciones que no le son propias... Y como que Dios no se manifiesta como yo espero que lo haga, entonces pierdo la fe. Un ejemplo: puede pasar que a veces esperemos de Dios que se manifieste como un gran solucionador de problemas, y cuando no lo hace perdemos la fe.

Dios no habla en el huracán, Dios no habla en el terremoto, Dios no habla en el fuego... “Después del fuego, se oyó una brisa tenue”. ¡Qué imagen tan sugerente! Sugerente porque no es fácil captar el sonido de una brisa tenue. Si estás moviéndote no la captas. Si estás distraído no la captas. Si estás atareado no la captas. Hay que estar en silencio y atento para captar el sonido de una brisa tenue. Hace falta una actitud de serenidad, de paz, de mirada atenta, para captarlo.

“¡¡Es que no siento a Dios!!” Dicen algunos. Primera pregunta: exactamente, ¿qué esperas sentir? Porque, quizás, esperas un vendaval fuerte o un terremoto. Segunda pregunta: ¿estás inquieto o sereno, distraído o atento, con ruidos exteriores e interiores o con un silencio que da paz?

¡Si sabes qué has de sentir y te pones en condiciones de sentirlo lo sentirás!

Y tercera pregunta: ¿no lo has sentido nunca? ¿Por qué hago esta pregunta? Porque Dios no nos lo da todo en cada momento de nuestra vida. Quiero decir que, quizás, ahora no sientes, pero hace un tiempo sí lo sentiste, hace otro tiempo sí lo viste manifestarse en tu vida, y hace otro tiempo sí lo descubriste ayudándote en un problema que tenías.

Dios no nos lo da todo en cada momento. Él tiene su pedagogía, Y es el mejor pedagogo del mundo.

Con un ejemplo acabo de expresar esta idea: en la puesta en común, que hicimos en los campamentos de Canet. Un padre, que había venido a buscar antes a su hija, participó, y dijo al final a los chavales una cosa muy bonita: “todo esto tan bonito que habéis experimentado lo tenéis que guardar en una arqueta. Y cuando tengáis dudas de fe, o dificultades, id a encontrar lo que pusisteis en la arqueta.”

El Papa lo expresa en palabras más teológicas y habla de “memoria agradecida”. Es una expresión que utiliza bastante. Hemos de hacer memoria porque Dios no nos lo da todo en cada momento de nuestra vida. Y hemos de hacer una memoria agradecida por todo lo que el Señor ya nos ha dado, por todas sus manifestaciones en nuestra vida, por tantos dones y regalos que nos ha hecho.

Nuestro problema, parte de nuestro problema, es que olvidamos rápido (tenemos muy poca memoria) y lo queremos todo y siempre. Y esto en la vida espiritual no puede ser. La vida espiritual nos pide vivir de fe, no de sentimientos, ni de revelaciones espectaculares.

Y todo esto enlaza con el evangelio que tiene un protagonista no fácil de descubrir: la fe. A mí, esta escena me ilumina mucho en mi praxis ordinaria. Mientras Pedro confía en Jesús y mira a Jesús, camina sobre el agua. “Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús”. En el momento que Pedro presta más atención a la fuerza del viento y deja de mirar a Jesús, se hunde. “Pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó”.

Confiando en Jesús, mirando a Jesús, teniendo fe, podemos hacer cosas imposibles, cosas que humanamente no podríamos esperar, cosas sorprendentes. Sí, ¡las podemos hacer!

Pero, si en lugar de mirar a Jesús, de confiar en Él, nos centramos en las dificultades, en nuestras limitaciones, en lo mal que está el mundo, entonces nos hundimos.

No nos hundimos porque hay muchas dificultades, o nosotros somos poca cosa, o porque el mundo está fatal, nos hundimos porque tenemos poca fe, miramos poco a Jesús, confiamos poco en Él. Dirá Jesús: “¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?”

Resumiendo: Dios no habla en el huracán, Dios no habla en el terremoto, Dios no habla en el fuego... sino en un hombre que anda sobre las aguas y que nos invita a andar con Él, a hacer prodigios con Él.







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