CAMINEO.INFO
GÉNESIS 12, 1-4a
Salmo 32, 4-5. 18-19. 20 y 22
TIMOTEO 1, 8b-10
MATEO 17, 1-9
Esta escena que hemos
contemplado, Jesús la quiere desarrollar, llevar a término, con cada uno de nosotros...
Allí donde dice “Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a
su hermano Juan”, pongamos nuestro nombre...
Jesús nos toma a nosotros...
“Se los llevó aparte a una montaña alta”. Jesús se nos
lleva a lo alto de una montaña. La montaña es lugar de silencio. Siempre que vamos a la montaña
nos sorprende el silencio. Jesús se nos lleva allí donde podremos hacer silencio.
Porque es en el silencio, donde se empieza a escuchar la voz de Dios. Dos
opciones donde nos puede llevar Jesús: a) al silencio cotidiano de nuestra plegaria
personal. b) al silencio con mayúsculas, al silencio de unos Ejercicios Espirituales.
Sabéis que este fin de
semana pasado he estado predicando unos Ejercicios Espirituales a jóvenes
de nuestra diócesis y de nuestra parroquia.
Lo primero que me decían la mayoría de los que vinieron a hablar conmigo era
una alabanza del silencio... Es curioso: aquello que en principio, les hacía más
miedo, “¡¡tendremos que estar callados, no podremos hablar, ni comiendo!!”, cuando
llega el momento, ¡¡es aquello que más bien les hace!! ¡¡Cuánto bien nos hace
el silencio!! Porque nuestro silencio, nunca está vacío, es un silencio lleno de
una presencia.
Santa Teresa de
Calcuta empezaba una oración muy bonita, diciendo: “El fruto del silencio es la
oración, el fruto de la oración es la fe, el fruto de la fe es el amor,...”.
Decía Pitágoras: “El
comienzo de la sabiduría es el silencio”.
• Continuemos...”Se transfiguró delante de
ellos”. ¡Jesús también se transfigura delante nuestro! En el silencio, en
la oración prolongada, descubrimos un nuevo Jesús. Lo vemos como nunca lo habíamos
visto antes. Pasa algo sorprendente: conocemos Jesús, sí, desde hace muchos años,
pero, allá se produce una nueva relación: más divina, más interior, más
interpeladora, más amorosa, más experiencial.
Esta experiencia no es
fácil hacerla en el día a día... En cambio en los Ejercicios Espirituales, se
palpa un nuevo Jesús, se descubre un nuevo Jesús, como antes no lo habíamos
visto.
Pedro dice lo que dice:
“Señor, ¡qué bien se está aquí!”. Qué
bien que se está en el silencio, que bien se está con Jesús y oyendo hablar de
Jesús. Todos, o casi todos los jóvenes, habrían deseado que los Ejercicios Espirituales
de este fin de semana durasen más. Y lo decían... se está tan bien aquí ...
• “... y
una voz desde la nube decía”. También nosotros en el silencio, ya sea de la
oración, o de los Ejercicios Espirituales, oímos hablar a Dios. ¡¡Dios que nos habla!!
¡Es muy fuerte! Allá oyes hablar a Dios. No como me oís a mí, pero, escuchas una
voz más clara que la mía. Una voz que te da intuiciones de hacia dónde... Una voz
que te comunica el cómo... Una voz que clarifica enredos... Una voz que te dice
lo que necesitas escuchar... porque Dios sabe lo que necesitas.
Y el Padre dijo: “¡Escuchadlo!”. A nosotros, nos lo dice:
“¡escuchadlo!””. Hemos de escuchar a
Jesús. Es la única cosa que Dios Padre nos ha pedido directamente: “¡Escuchadlo!”. Ningún camino mejor para
hacerlo que el contacto con la Palabra de Dios.
Dice el Papa Francisco en el mensaje de Cuaresma donde comenta el texto
del rico Epulón y el pobre Lázaro: “De esta manera se descubre el verdadero problema del
rico: la raíz de sus males está en no
prestar oído a la Palabra de Dios; esto es lo que le llevó a no amar ya a Dios y por tanto a
despreciar al prójimo. La Palabra de Dios es una fuerza viva, capaz de suscitar
la conversión del corazón de los hombres y orientar nuevamente a Dios. Cerrar
el corazón al don de Dios que habla tiene como efecto cerrar el corazón al
don del hermano”.
Hemos hablado bastante de los Ejercicios Espirituales.
Nuestros Ejercicios Espirituales parroquiales ya los tenemos muy cerca. Dentro
de dos fines de semana. ¡El 24, 25 y 26 de marzo! Ahora hacemos un momento de
silencio y pensemos si hay algún motivo serio para no ir a los Ejercicios Espirituales.
Acabo con las palabras con las que el Papa Francisco,
finaliza su mensaje para la Cuaresma: “Que
el Espíritu Santo nos guíe a realizar un verdadero camino de conversión, para
redescubrir el don de la Palabra de Dios, ser purificados del pecado que nos
ciega y servir a Cristo presente en los hermanos necesitados”. Amén.