V Domingo del Tiempo Ordinario: Todo el mundo te busca.

CAMINEO.INFO.-

JOB 7,1-4.6-7
SALMO 146
CORINTIOS 9, 16- 19.22-23
MARCOS 1, 29-39

Nos hace bien mirar a Jesús, entrar en las escenas que nos narran los evangelios y contemplarlo en su vida ordinaria. Propongo dos contemplaciones muy sencillitas:

• Jesús da la mano a la suegra de Simón. Domingo que viene lo veremos tocando a un leproso. Como que los evangelios son muy austeros en sus expresiones, a veces, podemos imaginarnos un Jesús distante que va a la suya, pero, no es así. De aquí la importancia de destacar gestos de Jesús que lo hacen cercano, sensible, cariñoso, amable. Nos hace bien mirar a Jesús dando la mano …

• La segunda contemplación que propongo es contemplarlo rezando. Cuando lo miras rezando, cuando te lo imaginas orando en un lugar solitario, durante largos ratos, en silencio, dirigiéndose al Padre, hablando con el Padre, recibiendo del Padre. Cuando hacemos esta contemplación, esto nos anima a rezar. Nos hace bien contemplarlo rezando porque nos anima a rezar a nosotros. Jesús aquí nos da una gran lección sin palabras... Muchas veces Jesús nos interpela con su palabra, hoy lo hace desde el silencio de su oración. Su oración nos envía un mensaje: “también tú tendrías que rezar”. Nos cuesta la oración, pero Jesús con su ejemplo nos lleva por este camino. Fijaros qué dice el evangelista: “Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar”. Como que los días de Jesús están muy llenos de actividad y de gente que le sale al encuentro, de gente que le va a buscar, Jesús ha de buscar el momento para poder rezar: “Se levantó de madrugada”. Nos hace bien mirar a Jesús.

Otra idea, cuando lo encontraron, le dijeron: “Todo el mundo te busca”. Una expresión curiosa, parece que se vuelva hacia nosotros y se nos pregunte: “¿Tú lo estás buscando?”. Todo el mundo te busca... ¿yo lo estoy buscando? Dejémonos interrogar. Pienso que esta búsqueda, no acaba nunca. Siempre hemos de estar en esta actitud de búsqueda. Cristo es inalcanzable, es un pozo sin fondo, nunca lo agotaremos, siempre encontraremos cosas nuevas, luces nuevas, intuiciones nuevas, gracias nuevas. Hay tantas riquezas en el Cristo. ¿De Cristo se puede decir que ya lo hemos encontrado y no nos hace falta buscar más? Pienso que no. Si lo miramos, si lo contemplamos, descubriremos cosas siempre nuevas. Nos hace tanto bien mirar a Jesús.

“Él les respondió: -
“Que esa es mi misión”: predicar. Es la misión que ha recibido del Padre. También San Pablo, hoy, se expresa en estos términos. Hablando de anunciar el evangelio, dice “es que me han encargado este oficio”.

Jesús y San Pablo, tienen muy claro que han recibido de Dios un encargo, predicar el evangelio, la buena nueva. ¿Y nosotros tenemos esta conciencia? ¿Hemos entendido que el Padre nos da una misión, la de predicar?

En Evangelii Gaudium, el papa Francisco nos exhorta con mucha fuerza: “La vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad. De hecho, los que más disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad de la orilla y se apasionan en la misión de comunicar vida a los demás». Cuando la Iglesia convoca a la tarea evangelizadora, no hace más que indicar a los cristianos el verdadero dinamismo de la realización personal.” (nº10)

“Los cristianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir a nadie, no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable. La Iglesia no crece por proselitismo sino «por atracción.” (nº 14)

Tres ideas resumen:
1. Tenemos una misión. Dios nos encomienda una misión. A todos. Cada uno sabrá cómo se concreta, pero todos tenemos la misión de predicar, de comunicar la Buena Nueva.

2. Es verdad, cuesta. No es fácil hoy en día, pero nos da vida, comporta nuestra realización personal.

3. Pensemos que ofrecemos lo mejor, Cristo. Cristo que es luz, que es verdad, que es camino, que es vida. No evangelizamos proponiendo una moral, ni una doctrina, ni unas obligaciones de cosas a hacer, sino que evangelizamos proponiendo un encuentro con Jesús. Digamos … “Lee el evangelio a ver qué encuentras”. Tampoco es tan difícil. “Habla con Jesús a ver qué te dice”. No parece tan complicado, decir esto...

Miremos a Jesús cercano, amable, sensible, rezando largamente y predicando la Buena Nueva. Somos lo que contemplamos...