Hace unos días
una persona que habla conmigo desde hace poco tiempo, me explicaba que en su
vivencia cristiana los tiempos litúrgicos tienen muy poca importancia, y que él
vivía su fe al margen de si ahora es adviento, cuaresma o pascua, y me acababa
preguntando (y con esto mostraba una apertura
muy conveniente): ¿para qué sirven los Tiempos Litúrgicos?
Yo en aquel
momento, le dije tres cosas muy sencillas:
1. La espiritualidad
de la Iglesia es litúrgica, es necesario que la nuestra también lo sea. Por
tanto, es preciso que hagas un proceso, una evolución, para vivir los Tiempos Litúrgicos.
2. Los Tiempos Litúrgicos
nos llevan a prepararnos y vivir los misterios
centrales de la vida de Jesucristo (nacimiento, pasión, muerte, resurrección,
pentecostés) que son luz para nuestras
vidas.
3. Los Tiempos Litúrgicos
son muy pedagógicos porque comportan
novedad: en la decoración, en las ideas centrales, en las actitudes que
nos piden, etc. Si todo el año fuera igual, tiempo ordinario, sería muy monótono.
Y
en el tiempo de adviento, surge un grito, una exclamación, un ruego: “Ven, Señor
Jesús”.
Quizás,
esta expresión hasta hoy, segundo domingo de adviento, ¡¡no la hemos pronunciado
demasiado o nada!! Pero, si miramos el mundo, y estamos llamados a mirarlo,
esta expresión ha de brotar de nuestros labios.
Al ver las noticias
o leer los periódicos... “Ven, Señor Jesús”. Al pasar por delante de las escuelas
o institutos... “Ven, Señor Jesús”. Ante la cola de Cáritas: “Ven Señor Jesús”.
Antes de ir a casa del hijo no creyente... “Ven, Señor Jesús”. Al despertarnos:
“Ven Señor Jesús”. Al empezar el trabajo: “Ven…”. Ante nuestros actos egoístas
y nuestro pecado: “Ven…”. Cuando nos cueste perdonar: “Ven…”. Al iniciar la
oración: “Ven…”. Al prepararnos a vivir la eucaristía dominical: “Ven Señor
Jesús”. = Llevar gafas de la fe.
¿Pasa alguna cosa
cuando hacemos esta jaculatoria? ¡¡Claro que pasa!! ¡¡Y lo que pasa depende de
nuestra fe!!... “pero cuando venga el
Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?”. Lo pregunta Jesús.
¡¡Tengamos fe, tengamos
la esperanza de que Él puede cambiar las cosas!! No nos dejemos robar la esperanza,
dice el Papa. Para que él pueda cambiar las cosas pide nuestra colaboración. Cosa que queda muy
clara en el evangelio. Donde nos han dicho: “Preparad
el camino del Señor, allanad sus senderos”.
Ante el adolescente
descreído decir “Ven Señor Jesús”. ¡Es
preparar el camino del Señor, es allanarle el camino!
Segunda idea: Contemplamos
a Juan Bautista que prepara al Pueblo de Israel para acoger el Mesías. Por tanto,
nos prepara a nosotros para acoger a Jesús que viene a nosotros.
¿Y qué propone Juan
Bautista?, “predicaba que se convirtieran
y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados... confesaban sus
pecados, y él los bautizaba en el Jordán”.
Si traducimos
esta expresión “se convirtieran y se
bautizaran, para que se les perdonasen los pecados” a categorías cristianas,
todos tenemos claro que se nos habla del
Sacramento de la Reconciliación.
Durante el tiempo
de adviento se nos dice que “hemos de preparar el camino”, “que hemos de allanar
el camino”, “que hemos de quitar obstáculos”... ¡¡Es lo que quiere simbolizar
esta cuna!! ¡¡Prepárale un espacio a él!! ¡Y esto es una tarea! Habla de cosas
que hemos de hacer…
El tiempo de adviento
se nos dice constantemente que es el tiempo de la espera, pero, no de una
espera pasiva, ¡¡no esperemos sentados!! , sino que es una espera donde hacemos
unas tareas, unas cosas a hacer...
Una de ellas: no
taparnos los oídos ante el grito de Juan Bautista: “Bautismo de conversión”, “perdón
de los pecados”. Así habla él para acoger al Mesías. Así nos propone la
Iglesia acoger el Mesías. Limpiando nuestros
corazones... ¡¡nuestra cuna interior!!
Aquí en la parroquia
tendremos celebración penitencial el miércoles 20 y jueves 21. ¡¡Tenéis que
venir todos!! ¡¡Es lo que la Iglesia nos propone!! ¡¡Seamos dóciles!! ¡¡Dejémonos
modelar por Dios!! ¡Que nos habla a través de la Iglesia!
Dios viene, Dios se acerca, que encuentre en nosotros un corazón limpio
y anhelante de recibirlo.