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GÉNESIS 9, 8-15
Sal 24, 4bc-5ab. 6-7bc. 8-9
PRIMERA DE PEDRO 3, 18-22
MARCOS 1, 12- 15
Las personas que les gusta esquiar, esperan con
deleite la llegada de las primeras nevadas. Las personas que les gusta tomar el
sol esperan con deleite la llegada del verano. Nosotros, los cristianos, esperamos
con deleite la llegada de la Cuaresma, porque es un tiempo donde Dios actúa con
una intensidad especial en nosotros, para que nos convirtamos. No hay ninguna otra
época del año donde el Señor nos conceda tantas gracias de conversión.
La mejor época del año para esquiar, es el invierno,
la mejor época del año para ponerse moreno, es el verano, la mejor época del año
para convertirse, es la Cuaresma.
Nos hemos de maravillar de poder
vivir otra Cuaresma, es un regalo del Señor. Nos hemos de dar cuenta de que
vivimos un tiempo de gracia especial.
Las primeras palabras
que Marcos pone en boca de Jesús, y esto siempre es significativo, son las que
hoy hemos escuchado: “Convertíos y creed
en el evangelio”.
Convertirse quiere
decir, literalmente, girarse hacia Dios. Vamos todos muy atareados, muy ocupados,
muy pendientes de las cosas de la tierra y con nuestro estilo de vivir de alguna
manera estamos dando la espalda a Dios, y, nos hace falta pararnos, girarnos,
mirarlo y re-enfocar nuestra vida. ¡Girémonos hacia Dios!
Dice el Papa San Juan Pablo II en la Tertio millennio
adveniente: “Es necesario suscitar en cada fiel un verdadero anhelo de
santidad, un fuerte deseo de conversión y de renovación
personal en un clima de oración cada vez más intensa”.
Lo que marca la profundidad de una vida cristiana es la
capacidad de conversión. Si la persona es fácil y sensible a la conversión
podemos decir que irá creciendo en su camino espiritual, pero si la persona es
difícil a la conversión, su camino espiritual está detenido, porque ya se
considera una persona un tanto acabada.
La conversión será posible en tanto que nosotros
vivamos las prácticas cuaresmales que la iglesia nos propone: la oración, el ayuno
y la limosna. Ni hay prácticas de adviento,
ni prácticas pascuales, y sí prácticas cuaresmales. ¡¡Es muy significativo!! ¡¡Nos
habla de la importancia de este tiempo!! ¡Que esta sea la mejor cuaresma de
nuestras vidas!.
Perder la Cuaresma equivale a perder todo el año
litúrgico. Si desaprovechamos la Cuaresma, entonces, no hay Semana Santa, no hay
Pascua, ni Pentecostés. Y el curso está perdido...
Nos hace falta a todos decidir, desde la oración,
algún compromiso en cada una de estas prácticas. ¡¡Nos jugamos mucho!! ¡¡Hagámoslo
ya a partir de hoy!! ¡Que esta sea la mejor cuaresma de nuestras vidas!.
Una idea más sobre el evangelio y unos consejos cuaresmales
finales.
Vemos en el evangelio a Jesús llevado por el Espíritu al
desierto. En la cultura del Antiguo Testamento, el desierto es el lugar del encuentro
con Dios. Durante cuarenta años, Dios se había manifestado en el desierto al pueblo
de una manera especial. San Juan Bautista vivía en el desierto. Jesús, antes de
comenzar su misión, quiere tener un tiempo de desierto, un tiempo de encuentro con
su Padre.
Jesús va al desierto llevado por el Espíritu Santo. El
Espíritu Santo, también nos quiere llevar a nosotros a hacer desierto, a tener más experiencias
de desierto, que quiere decir experiencias de soledad con el Señor. Nos es necesario pasar más ratos con el Señor.
Dice Urs Von Balthasar que “sin relación
personal con Jesucristo no hay cristianismo.”
Es una de las prácticas cuaresmales propuestas, hacer
desierto, hacer plegaria. Se trata de hacer más de lo que hacíamos habitualmente...
Es preciso planteárselo...
Quisiera acabar dando algunos consejos cuaresmales
para que esta sea la mejor cuaresma de nuestras vidas!.
• No reducirla a hacer dos o tres cosas y ya está. No son unos actos externos que
funcionan automáticamente. Se requiere una actitud interior.
• Una actitud
interior que es necesario cultivar, es la de sentirnos pecadores, enfermos,
necesitados del médico. “Si decimos que no tenemos pecado, nos
engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros”. (Primera Carta de
San Juan)
• No la vivamos como una Cuaresma más... Entremos en la Cuaresma con todo el entusiasmo
posible Es tiempo de gracia, de renovación, el Señor nos ayuda más que nunca...
Que sea la mejor Cuaresma de nuestra vida...
• La
postura fundamental es la de la esperanza. Deseo confiado de cambio. Tener
una gran esperanza. Creer que Dios me santificará notablemente durante la Cuaresma,
esperar una conversión significativa y sorprendente.
Seguramente hemos de confesar humildemente que hemos vivido muchas Cuaresmas
sin conseguir frutos significativos. Pero, también tendríamos que examinar si
hemos intentado vivir seriamente las Cuaresmas anteriores.
Que esta eucaristía...
este encuentro con Jesucristo nos provoque unas ansias grandes de vivir muy bien
esta Cuaresma.