En Parets del Vallés (Barcelona) he empezado a hacer una cosa que no
había hecho nunca. A los padres que quieren bautizar a sus hijos, o a los novios
que se quieren casar, les dejo un DVD, titulado “Yo Creo”, muy, muy bueno, y
quedamos un día para hablarlo y, entonces, tengo un diálogo personal, sólo con
aquella pareja. ¡¡Más trabajo, sí!!, ¡pero, es muy bonito!
El DVD les gusta mucho. Está muy bien hecho. Tiene tres
capítulos de veinte minutos: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Pero,
en la conversación ves que aún siendo buena
gente han sucumbido a una tendencia cultural muy fuerte de nuestro
tiempo, y que a todos nos afecta, y es hacernos una religión a la carta, según
lo que a mí me parece: mis sentimientos, mis opiniones, mis sensaciones.
Y ante
esta tendencia es necesario recordar que el cristianismo parte de la revelación
de Dios. ¡Qué bien expresaba esta idea la primera lectura! “Pregunta…: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra
tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya
oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya
sobrevivido?”.
El
cristianismo surge de un Dios que se revela hasta el punto de encarnarse, de hacerse
uno de nosotros, para que su revelación sea al “modo humano” y ¡no haya dudas!
No es “a mí me parece...” “yo opino que...” “yo siento que...”. ¡No! ¡Es Dios
que se ha revelado!
Dice un actor de cine,
converso, Eduardo Verástegui: “Ser católico a mi manera es la mejor manera de
no ser católico”.
Ante un Dios que habla,
que se revela,... ¿qué hay? Un fiel, un creyente, que escucha. Y que escucha con
una determinada actitud.
No olvidemos que Dios
se ha revelado, se nos ha revelado, y quiere continuar haciéndolo... Cuando leemos
el evangelio, Dios se nos quiere revelar, para guiar nuestros pasos...
Hoy Jesús nos revela
el Dios Trinitario: “Id y haced
discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo”. Jesús nos muestra el Dios Trinitario. Sabemos
de la Trinidad gracias a él.
Nos hemos de situar ante
Dios bajo esta perspectiva: Dios está deseoso de revelarse, de hablarme, de iluminarme,...
Recuerdo que una
pregunta de catecismo era: ¿Qué es la fe? y la respuesta era: “Acoger lo que
Dios revela”.
Por tanto, no me puedo
hacer una religión a la carta. Porque la carta me la envió Dios, cuando envió a
su Hijo, Jesucristo, y esta carta escrita se llama Evangelio.
Qué bonito entender el
evangelio como una carta que nos envía Jesús a cada uno de nosotros... Eh que cuando
llegamos a casa, vamos al buzón, y encontramos una carta de un viejo amigo, la
abrimos enseguida, con anhelo... pues, igual tendría que ser con el evangelio, donde
Jesús el amigo nos habla. Jesús nos espera en el evangelio.
Dice San Agustín: “El evangelio
es la boca de Jesús”. Qué bella expresión... Allá Jesús nos dice cómo desea que
vivamos la religión, cómo desea que le sigamos... Allá Jesús nos está esperando
para revelarse a cada uno de una manera diferente... Jesús nos espera en el evangelio...
En estas conversaciones
de despacho no son pocos los que me dicen que no leen nunca el evangelio. ¡¡Qué
drama!! Se declaran cristianos, creyentes, pero, no han llegado a leer lo que
Jesús, el Hijo de Dios, nos dice en el evangelio. ¡¡Qué triste!!
Pienso que ante tanta
religión a la carta hemos de hablar del Dios que se revela... ¡¡Y que en Jesucristo
lo hace plenamente!!
Esto de creer no son sentimientos y opiniones. Esto de
creer, para nosotros, parte de Dios que se ha revelado plenamente en Jesucristo,
y la fe nos lleva a acoger esta revelación.
Y la fe nos lleva a encontrarnos con Jesús que nos espera
en el Evangelio para revelarse a cada uno de nosotros. Amén.