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Domingo II Tiempo Ordinario

Sat, 16 Jan 2021 23:16:00
 

CAMINEO.INFO.-

¡Qué sabia! ¡Y qué luminosa es la liturgia!... En este primer Domingo que celebramos en el Tiempo Ordinario, en la primera lectura      la idea/frase central es: “Habla, Señor, que tu siervo te escucha”.

 

Primer Domingo, primera lectura: “Habla, que tu siervo te escucha”. De esto trata la vida cristiana: de escuchar a Dios y de seguir sus indicaciones. El famoso “Shemà Israel” = escucha Israel.

 

Deberíamos procurar que en nuestra oración personal siempre tuviéramos algún momento donde decimos: “Habla, que tu siervo...” y después hacemos silencio...

 

No pocas veces me ha pasado con personas, a las que acompaño espiritualmente, que estamos hablando de la oración y les pregunto: “¿Y en tu oración hay momentos de silencio?” Y me dicen: “¡No!” Y ellos mismos se dan cuenta de que esto no cuadra. En nuestra oración ha de haber silencio, que no es un silencio de estar callado y ya está. Es un silencio de escucha “tu siervo te escucha”.

¿Y Dios habla? ¡¡Y tanto que habla!! Y si no escuchas nada, no pasa nada, continúa haciendo silencio. Y el Señor premiará tu fidelidad dándote una palabra.

 

En línea con todo esto iba la respuesta del salmo: ”Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”. Éste ha de ser  nuestro deseo, como fue el deseo de Jesús: Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y cumplir su obra”.

 

Una anécdota: Al Padre Pío una señora le manifiesta sus dudas sobre lo que le pide Dios, dudas entre optar  por la vida matrimonial o consagrada. Y el Padre Pío al final de su explicación le dice que se trata de optar entre el Tabor y el Calvario. Semanas después vuelve la señora y le dice: “He optado por la vida matrimonial, por el Tabor”. Y el Padre Pío le dice: “No señora, usted ha optado por el Calvario”.

 

Bromas a parte, hemos de sentir pasión por descubrir la voluntad del Padre en cada momento de nuestra vida.

 

Yo sé que esto nos cae un poco lejos. En nuestro ADN católico, esto no está. Nos enseñaron que ser cristianos era ir a misa, ser buenos, y saber un poco de doctrina. Hay quien todavía funciona con estas ideas.

¿Y sabéis cuál es la mala noticia?. Que este ADN no es el auténtico ADN de Cristo. Lo que Cristo nos ha venido a comunicar es mucho más que “ser buenos, ir a misa y saber cosas de Dios”. Lo que Cristo nos ha venido a traer, como decíamos domingo pasado, es una vida nueva, fundamentada en el Espíritu Santo, una vida movida por el Espíritu Santo.

 

A ver si pasáis “la prueba del algodón” de todo esto que estoy diciendo: ¿cuántas veces habéis rezado diciendo: “Habla, que tu siervo te escucha” o  “Dios mio, quiero hacer tu voluntad? ¿Cuántas veces?

 

Si ser cristiano es “ir a misa, ser bueno, y saber cosas de Dios”. No hace falta rezar con estas expresiones...

 

El Evangelio de hoy ilumina todo esto que estoy diciendo. El Evangelista Juan relata el primer encuentro de los discípulos con Jesús. Estuvieron toda la tarde con él. Fue un momento tan crucial que Juan recuerda que “serían las cuatro de la tarde”. El fundamento del seguimiento de Jesús es un encuentro personal con él. No se encuentran con unas normas, unos mandamientos, o unas enseñanzas morales, se encuentran con una persona. Y en este encuentro él nos comunica su ADN, que es el Espíritu Santo.

En este encuentro, en Jesús podemos observar cuatro momentos bien diferentes:

 

1) Un primer momento es “la señal”: Andrés recibe la indicación de Juan el Bautista: “Éste es el Cordero de Dios”. Su dedo señala a Jesús. Nuestra vida ha de gritar que Jesús está vivo, es luz, es verdad... Entonces, nosotros seremos como el dedo de San Juan Bautista.

 

2) Un segundo momento es la mirada interior, la reflexión: La primera palabra que Jesús dirige a los discípulos en el Evangelio de Juan no es una afirmación, ni una enseñanza, ni un consejo moral, es una pregunta: “¿Qué buscáis?” Jesús con esta pregunta, que la hace a ellos y nos la hace a nosotros, nos quiere remitir al fondo de nuestro corazón. Esta pregunta nos obliga a mirar nuestro interior. Jesús quiere que todo lo que pasará después, la experiencia que los discípulos vivirán con Jesús, parta de esta experiencia previa: mirar el interior y responder: ¿Qué busco? Esto también da pistas de cómo evangelizar.

 

3)  El momento de la experiencia: Jesús les dice: “Venid y lo veréis”. ¡Qué valentía! Jesús los remite a que estén con él y decidan...  Pienso que nuestro cristianismo le falta experiencia de encuentro con Jesús.  

 

Hoy Jesús nos invita a todos a pasar la tarde con él. Hoy te dice:  “Ven y lo verás”. No rechacemos su invitación.

 

 

4) El momento de comunicar la experiencia de Dios: Después de estar con Jesús, después de esta experiencia de relación, Andrés podrá decir a su hermano Pedro: “Hemos encontrado al Mesías”, y la experiencia había sido bastante fuerte para convencer a Pedro, que no era fácil de convencer. 

 

¿Nosotros podemos decir como Andrés?: “Hemos encontrado al Mesías”. Es necesario que nosotros podamos decir como San Juan evangelista: “lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos a vosotros”.  Que así sea...

 

 









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