CAMINEO.INFO.- No nos hemos de acostumbrar nunca a la maravilla que es poder escuchar a
Dios que nos habla. Y que nos comunica palabras que son vida, que dan luz, que
nos ayudan a tomar decisiones en nuestra vida ordinaria.
En la primera lectura contemplamos como los israelitas reclaman a Moisés y
Aarón comida. Y ellos lo hacen saber a Dios y Dios actúa.
Es muy obvio lo que diré, porque sale en cada página de la Biblia, pero no
olvidemos que Dios actúa, que Dios trabaja. Que Dios no está en el cielo
mirando qué hacemos en la tierra, sinó que Dios está en la tierra y no para de
hacer cosas... Y nosotros debemos esperar este hacer de Dios. Desearlo con
todas las fuerzas.
Y a veces no lo hacemos: yo el primero. Después de leer esta lectura y
contemplar este hacer constante de Dios. Recibí la luz de hacer una acogida a
los padres que quieren bautizar donde hubiera más confianza en la acción de
Dios. “¿Verdad que Dios actúa, que lo ves en cada página de la Biblia? Pues,
confía en esto y da más espacio a que Dios pueda actuar”. Por esto, cuando
vengan a apuntar el bautizo les daré un díptico muy sencillito para animarles a
rezar en este momento de su vida. Animarlos a abrir el corazón a Dios, y él,
sin ninguna duda, actuará.
Pasemos al evangelio: ¿Cómo alimentamos nuestro espíritu? Es la pregunta
que hay en el trasfondo del evangelio de hoy. ¿Cómo alimento mi espíritu?
El mundo nos ofrece un pan muy seductor, un pan que se llama diviértete, un
pan que se llama Netflix, un pan que se llama Instagram o Tik-tok, un pan que
se llama “haz lo que a ti te apetezca” pero es un pan que no alimenta... sólo
nos entretiene, nos distrae un rato, pero no llena nuestros corazones. ¡Te
engancha pero no te llena! ¡¡Son alimentos tóxicos!!
Fijaros que no recibimos, por parte del mundo, ningún mensaje que lleve a
alimentar el espíritu. Todo es tremendamente superficial... Y recibir tanto
mensaje en este sentido nos afecta... Hemos de hacer opciones claras para
alimentar nuestros espíritus. No nos dejemos llevar por este tsunami de
mediocridad y superficialidad. Dos virus de nuestra sociedad.
A los chicos que han participado del Summer Camp les he hecho un pequeño
libro con un montón de propuestas para ayudar a aterrar la experiencia de los
campamentos. Hago lectura de algunas propuestas...
Esto es alimentar el espíritu.
Nos lo recomienda Jesús hoy con palabras muy claras: “Trabajad, no por
el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna”.
Para avanzar hemos de cambiar alguna cosa. Haciendo lo mismo, siempre
estaremos en el mismo lugar. Pequeños cambios pueden generar una gran
diferencia. Hemos de “trabajar por
un alimento que perdura para la vida eterna”.
Ahora y aquí Jesús nos dice: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí
no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed”.
Ante tantos alimentos tóxicos que el mundo nos ofrece, la respuesta de
Jesús: “Aliméntate de mí” “Que yo sea tu pan” “que sea yo quien apague tu
hambre y tu sed”.
¿Dónde estamos apagando nuestra hambre, nuestra sed? ¿En la tele... en la
diversión, en la charla insubstancial, en Cristo? ¿Dónde apagamos,
saciamos, nuestra sed, nuestra hambre de
sentido, de vida, de esperanza...?
Si tomamos estas pequeñas decisiones, entonces en nosotros se cumplen las
palabras que decía San Pablo: “No andéis ya como los gentiles…” “… abandonar
el anterior modo de vivir, el hombre viejo corrompido…, “ renovaros en la mente
y en el espíritu y a vestiros de la nueva condición humana”. Amén.