CAMINEO.INFO.-
Segundo domingo de Adviento.
¿Cómo estamos viviendo el Adviento? Nos tenemos que poner las pilas. Este
Adviento es muy corto. Serán tres semanas. Al anochecer del IV Domingo de
Adviento, celebraremos la misa del Gallo. La liturgia, las lecturas, hoy nos
exhortan: preparad el camino. Adviento es un tiempo de preparación, para acoger
a Jesús que viene. Si preparamos el camino viviremos un nuevo encuentro con
Jesús, el Señor. Ya nos hemos encontrado, pero si vivimos el Adviento podremos
experimentar un nuevo encuentro. Hemos de preparar el camino...
Por tanto, es preciso preparar
el camino y hacerlo ya. Si no hacemos nada pasará lo que leemos en el prólogo
de San Juan el día de Navidad: “Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron”
(Jn 1, 11), que no nos pase esto...
Dos propuestas para preparar el
camino:
1. En la primera lectura hemos
leído el inicio de lo que se llama el segundo Isaías. Dicen que es el más
conmovedor canto a la esperanza que se haya escrito nunca. El Pueblo de Israel
está deportado a Babilonia, son esclavizados, llevan muchos años fuera de su
tierra y lejos del templo... No había esperanza. Hasta que el profeta Isaías,
que habla en nombre de Dios, ve que el cambio se acerca: “Consolad, consolad
a mi pueblo, -dice vuestro Dios-; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle, que
se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen”.
También hoy nos puede parecer
que no hay esperanza... Parece que cada vez todo va peor: las guerras, los
precios de los alimentos, la violencia, los políticos, dificultades en el tema
vivienda, tantas personas con afectaciones psicológicas, adolescentes y jóvenes
tristes,...
¡¡Parece que no hay esperanza!!
Como le pasaba al Pueblo de Israel. Pero la liturgia de Adviento, la Iglesia,
el Espíritu Santo, nos quiere llevar por el camino de la esperanza, ¿por qué?
porque “El Señor Dios llega con poder”. ¡¡Porque Jesús viene!! ¡¡Dios
viene!! Y viene para cambiar todo esto... ¡Y él es el único que puede dar la
paz, el amor, y cambiar el corazón del hombre!
Estas realidades tan duras nos
han de llevar a implorar su venida con más fuerza, con más intensidad, con más
frecuencia. ¡¡Lo necesitamos!! Que el grito “Ven, Señor Jesús” brote de
nuestros labios en todo momento y en todo lugar. Ésta es la primera propuesta.
Al ver las noticias o leer los
periódicos... “Ven Señor Jesús”. Al pasar por delante de las escuelas o
institutos... “Ven Señor Jesús”. Antes de ir a casa del hijo no creyente...
“Ven, Señor Jesús”. Al despertarnos: “Ven Señor Jesús”. Al empezar el trabajo:
“Ven …”. Ante nuestros actos egoístas:
“Ven…”. Cuando nos cueste perdonar: “Ven …”. Al iniciar la oración: “Ven
…”. Al prepararnos a vivir la misa: “Ven Señor Jesús”.
¿Pasa alguna cosa cuando
hacemos esta jaculatoria? ¡¡Claro que pasa!! ¡¡Y tanto!! Dios siempre responde.
Al final vivir o no vivir esto es una cuestión de fe. ¡Nuestra fe crea un
espacio donde Dios puede actuar!
¡La jaculatoria “Ven, Señor
Jesús” tiene una fuerza indescriptible!
2. Segunda propuesta para
preparar el camino. Pasemos al evangelio,
donde contemplamos a Juan Bautista que prepara al Pueblo de Israel para
acoger al Mesías. Por tanto, nos prepara a nosotros para acoge a Jesús que
viene a nosotros.
¿Y qué propone Juan Bautista?, “predicaba
que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados.
...Confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán”.
Si traducimos esta expresión “se
convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados”, a
categorías cristianas todos tenemos claro que se nos habla del Sacramento de la Reconciliación.
Durante el tiempo de Adviento
se nos dice que “hemos de abrir una ruta”, “que hemos de allanar el camino”,
“que hemos de quitar obstáculos”... Una
muy buena manera de hacer esto es con el sacramento de la
reconciliación. Ésta es la segunda propuesta para preparar el camino.
Confesarse: Jesús te abraza,
Jesús te limpia. Jesús te sana tus heridas, es un sacramento de curación, Jesús
te da la gracia para fortalecer tu vida de fe. Jesús te perdona, rehace lo que
el pecado ha roto en ti.
“Padre es que yo me confieso
directamente con Dios...”
Acojamos el grito de San Juan
Bautista: “… para que se les perdonasen los pecados. ...Confesaban sus
pecados”. Así exhortaba él para acoger al Mesías. Así nos propone la
Iglesia acoger al Mesías.
Resumiendo: Preparemos el
camino a Jesús, con la jaculatoria “Ven,
Señor Jesús”, y recibamos el perdón de Dios.