Segundo Domingo de Pascua, contemplamos una aparición de Jesús Resucitado.
La resurrección no es una cosa que le pasa a Jesús y que no tiene conexión con
mi vida... ¡No! Su victoria sobre el pecado y la muerte ha de llegar a ser
también nuestra victoria.
¡¡Estos cincuenta días de pascua hemos de esperar que Jesús Resucitado pase
por nuestras vidas!! Esto es la Pascua, el paso del Señor. Hemos de pedir,
implorar, que pase por nuestras vidas, que nos quite, aparte, todo aquello que
es muerte, pecado, egoísmo, y nos comunique aquello que es vida. ¡¡Hemos de
esperar mucho!! Dice Jesús en una curación: “Que sea tal y como has creído”.
¡Tengamos mucha fe! ¡Mucha esperanza! No seamos como Tomás. No seamos
incrédulos, sinó creyentes. “No seas incrédulo, sino creyente”. Puede
ser Jesús también nos lo diría a nosotros...
Tomas es un prototipo del hombre moderno, sólo capaz de creer aquello que
toca, aquello que ve. Responde a la frase típica de nuestro siglo: “Si no lo
veo, no lo creo”.
El mundo también nos
dice: “Si no lo veo, no lo creo”. Y Jesús nos dice: “Dichosos los que crean
sin haber visto”. Qué caminos tan diferentes los del mundo y el de Jesús.
¡¡Qué contraste!!
Y aquí estamos
nosotros, en medio: por un lado, un mundo que se va secularizando. Secularizado
quiere decir que la sociedad ha perdido el sentido de lo sagrado. Las cosas
religiosas no le dicen nada. Y por otro lado, Jesús: “Dichosos los que crean
sin haber visto”.
“Si no lo veo no lo
creo” ¿Es que el ciego no cree en el sol porque no lo puede ver?... verdad que
no... El ciego cree en el sol todo y que no lo vea, porque lo siente, lo vive,
palpa los signos de su presencia, lo experimenta. Igual nosotros con Dios. No
le vemos, pero lo sentimos, lo experimentamos vivo en nuestra vida. Por esto,
creemos sin haberlo visto. ¿¿Es que sólo existe lo que es asequible a los
sentidos?? NO. La felicidad, el amor,
la confianza tampoco podemos detectarlo con los sentidos, pero son realidades
fundamentales para nuestra vida. Por esto hemos de
tener claro, como decía El Principito, que “lo esencial es invisible a los
ojos”.
Ninguno de nosotros no ha visto a Cristo
resucitado, como hoy le ven los discípulos. Pero le hemos visto manifestarse en
nuestra vida, en nuestra historia. Si no, no estaríamos hoy aquí.
Un día le pregunté a
mi sobrina mayor: ¿por qué crees en Dios? Y ella me manifestó que en unos
hechos de su vida había visto como Dios se le manifestaba. ¡¡Bien!!
¿Por qué crees en
Dios? ¿por una idea, porque te lo han enseñado, por tradición? ¡¡No!! Crees en
Dios porque se ha manifestado como un acontecimiento en tu vida! Como el Pueblo
de Israel. Cree en Dios al ser liberados de la esclavitud del faraón. No son
ideas, son hechos de vida.
¿Por qué creo en
Cristo Resucitado? Porque le he visto manifestarse en mi vida.
Tienes dudas, es
normal. Pero no te quedes en la duda. Sal de la duda: pregunta, lee, infórmate.
“La fe es la duda superada”. Hemos de superar nuestras dudas. “No
seas incrédulo, sino creyente”.
Acabo comentando brevemente algunas frases del evangelio:
“Estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a
los judíos”. Ya han visto al resucitado, pero siguen
con miedo. Hasta que no llegue el Espíritu Santo no perderán el miedo. ¡Cómo es
de importante el Espíritu Santo!
“Y en esto entró
Jesús, se puso en medio”. Esto pasa en cada
misa. Jesús Resucitado se hace presente en el pan de la eucaristía. Acto de fe.
“Paz a vosotros”, y por la palabra de Dios que es performativa, que
produce lo que dice, nos llega la Paz de Jesús, = resumen de todas las
bendiciones que vienen de Dios. ¡¡Dos veces la dice hoy!! ¡Doble bendición!
“Como el Padre me ha
enviado, así también os envío yo”. ¡¡Qué envío!! Apóstol quiere decir enviado. ¡¡Somos
enviados!! Todos... También los jubilados. ¡¡Nos hemos de entender a nosotros
mismos como enviados!! Enviados a hacer lo que hizo Jesús... ¿nos sentimos
enviados...?
“Recibid el Espíritu
Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se
los retengáis, les quedan retenidos”. Se lo dice a los
discípulos, a la Iglesia naciente. “Yo me confieso directamente con Dios”. Pues
va ser que no, va a ser que Dios quiere que lo hagas por otros caminos...
Iglesia.
Si en vuestra
oración personal proyectáis en vosotros estas palabras, “¡te doy la paz!
Recibid el Espíritu Santo, yo te envío”... ¡¡resucitareis! Proyectar, saborear,
reflexionar, dialogar… estas palabras nos resucita.
Acabo como acababa
el evangelio de hoy: “Muchos otros signos, que no están escritos en este
libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que
creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis
vida en su nombre”.