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Domingo V tiempo ordinario

Sun, 28 Apr 2024 11:30:00
 

CAMINEO.INFO

Domingo pasado no contemplábamos una aparición de Jesús resucitado sino una imagen que él nos daba de sí mismo: “Yo soy el buen Pastor”. Afirmación que nos habla de un Jesús vivo y presente en nuestra vida.

 

Hoy seguimos en esta misma línea: no contemplamos una aparición de Jesús resucitado sino una imagen que nos da de sí mismo: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos”. Una imagen muy pascual porque también nos habla de un Jesús que vive y que comunica vida.

 

La figura del Buen Pastor daba mucho juego, pero Jesús quedaba como alguien que estaba fuera de nosotros. En cambio, en la imagen de la vid y los sarmientos Jesús está en nosotros, y ello nos introduce dos temas esenciales del cristianismo, sin los cuales no se entiende la vida cristiana. ¡Atención!

 

1. Jesucristo, Dios, desea la unión con nosotros. ¡¡Dios necesita la unión con nosotros, sin nosotros le falta algo!! ¿Qué sería una vid sin sarmientos? ¡¡Nada!! ¿Qué serían los sarmientos sin la vid? Nada. ¡¡Nos necesitamos!! Cuando pensamos en Dios, pensamos en su deseo de unión con nosotros. Dios se muere de ganas de entrar en nosotros.

¡¡Es brutal!! ¡¡No hay ninguna religión que afirme esto!! Cuando reces, lo primero que has de hacer, al ponerte en su presencia es hacerte presente este deseo de Dios de entrar en ti. ¡Es muy potente!

 

Los cristianos desde los inicios entendieron muy bien este deseo de Dios de unión con nosotros. Por esto San Pablo dice en Gálatas 2,20 “Y ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí”. Unos siglos después San Agustín, que a veces quería provocar a su auditorio, decía: “Se puede decir que no somos cristianos, que “somos Cristo”. Y ahora hace poco más de doscientos años el Cura de Ars decía hablando de Cristo y nosotros: “Somos dos trozos de cera fundidos en uno solo”.

 

En un evangelio tan corto como éste, siete veces sale la expresión “permaneced en mí” : “permaneced en mí, y yo en vosotros”. “el sarmiento no  puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí”. “El que permanece en mí y yo en él…”.  “Al que no permanece en mí lo tiran fuera…”.”Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros…”.

 

Jesús nos viene a decir: “quiero vivir en vosotros, déjame vivir en ti”. Él manifiesta su deseo de unión con cada persona.

2. El segundo tema que se deduce de esta imagen es que participamos de la misma vida del Cristo. Aquello que da vida a la vid, es aquello que da vida al  sarmiento. La savia alimenta la vid, la savia alimenta al  sarmiento. Vid y sarmiento tienen un mismo principio vital, aquello que vivifica la vid, vivifica el sarmiento. Cristo nos comunica su propia vida (= Espíritu Santo).

 

Él es la vid, si el sarmiento, nosotros, no estamos unidos a la vid no tenemos vida, es imposible que vivamos, y nos sequemos (espiritualmente hablando, claro). En el sarmiento la vida le viene de estar injertada, unida, a la vid, el sarmiento crecerá cuanto más injertada esté en la vid.

 

Podemos estar unidos a la vid con una pequeña ramita o con un buen tronquito. De nosotros depende: cuantos más medios pongamos (oración, eucaristía, confesión, meditación de la Palabra de Dios, ...) y como mejor vivamos estos medios más grande será el tronco y más podremos recibir la presencia de Cristo, la vida de Cristo, el Espíritu Santo.

 

Hay quien está unido a Jesucristo por una pequeña ramita, por la cual casi no pasa alimento, y hay quien está unido con un tronco bien consistente que deja pasar mucho alimento. De los medios que pongamos y de cómo los vivamos dependerá lo que recibamos...

 

Resumiendo: Deseo de Dios de la unión con nosotros y participamos del mismo principio vital que Jesucristo, el Espíritu Santo. Todo esto toca la esencialidad de la vida cristiana.

 

De todo esto surgen algunas preguntas: ¿me hago presente el deseo de Dios de unión conmigo? ¿estamos injertados en Jesucristo? ¿Tenemos la vida planteada para recibir el alimento que él nos da? ¿Tenemos un deseo de crecer en esta vida que Jesucristo nos da?

 

Y para aclarar todo esto, una de las frases de Jesús más potentes de todo el evangelio: “Sin mí no podéis hacer nada”. ¡No es que sin Dios no puedas mucho, es que sin Dios no puedes nada! ¡¡Lo recibimos todo de él!! Sin él nada. Sin Dios somos unos sarmientos que se secan.

 

La vida, la vida verdadera, auténtica, eterna, la recibimos de Jesús. Él es la Vida.

 

“Son mí no podéis hacer nada”, ponemos la frase en positivo: “Conmigo lo podéis todo” ¡¡que bonito!! ¡Nos lo hemos de creer!

Que esta eucaristía nos ayude a quedar más estrechamente unidos a la vid, a Jesucristo, porque sin él no podemos hacer nada y con él lo podemos todo...









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