Las
reuniones mensuales de Ejecutivos y Directivos, son una práctica de
trabajo que permite revisar, socializar, articular, evaluar y consolidar
planes de trabajo y eventos. Por ello mensualmente se tiene dicha
reunión normalmente la última semana de cada mes.
En ella
participan los responsables de Secretaría General, el Secretario General
y el Secretario adjunto, los Secretarios Ejecutivos y los Directores de
las escuelas del centro de formación, Cebitepal.
Cada reunión contiene una agenda que
combina las temáticas de trabajo desde el Plan Global, en este caso, del
cuatrienio 2015-2019.
Como este
año se cumplió el 40 aniversario de la III Conferencia de los obispos
latinoamericanos realizada en Puebla México en 1979, la agenda propuso
para la mañana del primer día de reunión una jornada de acercamiento y
reflexión de lo que fue la Conferencia y el Documento de Puebla.
Para esta
parte terminada la Lectio Divina, El Padre Rigoberto Pérez, de
Guatemala, presentó los “Aspectos generales de Puebla”. A continuación
el Sacerdote colombiano Leonidas Ortíz, estuvo a cargo de la incidencia
de puebla en Latinoamérica y la Iglesia. Posteriormente el Padre Rubén
Pérez Rubio de México, responsable de la organización de la reunión
mensual, abrió un conversatorio sobre lo presentado y para profundizar
en el legado de esa Tercera Conferencia que abordó la realidad
Latinoamericana del momento, iluminándola desde la Palabra de Dios para
proponer una práxis Pastoral y Evangelizadora.
Puebla
había sido programada para el segundo semestre de 1978, pero el
fallecimiento en esas fechas del Papa Pablo VI y de Juan Pablo I, hizo
que esa Conferencia se se celebrara con Juan Pablo II a la cabeza, los
primeros meses de 1979.
Puebla
aborda “La Evangelización en el presente y el futuro de América Latina”.
Retoma lo propuesto en la Conferencia de Medellín y aplica la
“Evangelli Nuntiandi” promulgada por Pablo VI.
La
Iglesia latinoamericana después de analizar la realidad del Continente e
iluminarla, muestra los caminos seguir en la tarea de la
Evangelización. Así mismo hace la opción preferencial por los pobres, la
opción preferencial por los jóvenes y abre el camino al diálogo
inter-religioso, en una sociedad plural.
Desde
este panorama al ver la realidad del presente, se descubre claramente
que Puebla sigue siendo actual después de 40 años con escenarios propios
del momento, y desde realidades del pasado que se han perpetuado. En
este sentido los “rostros sufrientes de Cristo”, están a
la vista, aunque estos como dijera el Papa Francisco, sean cubiertos
con nuestra indiferencia y la de las sociedades y sistemas de hoy.
La tarde del 26, como ya se informó,
fue dedicada a recorrer algunas calles de Bogotá para ir al encuentro de
los “habitantes de la calle”, son los nuevos pobres en las ciudades,
además de los millares de campesinos pobres en el campo.
En
nuestras ciudades son los sin techo, sin tierra y sin trabajo, que
habitan en la calle, sin recursos, sin servicios, sin derechos, sin
dignidad y agredidos constantemente por nuestros sistemas. Algunos son
los “desterrados de su propia tierra y ciudad”, otros son migrantes
desterrados de sus países por razón económica o situación política. Unos
han caído en la indigencia, y han quedado atrapados en los llamados
«vicios» promovidos por los mercados legales e ilegales, pero al fin de
cuentas dañinos y en contra de la vida y de la dignidad humana. De
cualquier manera, se han quedado sin nada, otros viven con sus familias a
la interperie y sobreviven como pueden, otros han sido atrapados por
diferentes estructuras que comercian con la necesidad, el abandono, la
soledad, el dolor y el hambre.
Algunos
solo piden una bendición para sentirse confortados en la dureza, otros
claman justicia social y económica, aunque en realidad todos la
necesitan, otros con gran sencillez buscan también un “café” que les
caliente el estómago.
El peso
del abandono y la carencia hace que duerman en cualquier esquina y que
sean despertados por toques eléctricos por cualquier seguridad que
despeja el área. De cualquier manera están en la mira de la sospecha y
la agresión.
Y ahora
sigo el relato informativo en primera persona, Fray Ñero (compañero)
dirige la caminada, reparte los panes y los llama. Una habitante de
calle con sus compañeros reparten el café, el resto escuchamos el dolor y
la pena, la palpamos y ayudamos silenciosamente con algún gesto de
cariño y humanidad. Es Cristo el que muestra su rostro, es Cristo el que
está hablando, decimos. Son las periferias sociales, existenciales y
económicas en el pleno centro de nuestras poblaciones. El Padre Ñero ha
creado la fundación “Callejeros de la misericordia” como espacio y herramienta de trabajo para atenderlos.
Al final
del día volvemos al convento franciscano y a la comunidad de los
Hermanos Menores de San Francisco, que son la comunidad de Fray Ñero,
con ellos compartimos un momento de fraternidad. Al día siguiente oramos
desde la desolación y la pregunta desértica de ¿Y ahora qué?, para continuar con los asuntos del trabajo programados en la agenda el resto del día.
El tercer
día volvemos a adentrarnos en Puebla, y nos dirigimos a “Ciudad
Bolivar”, una de las zonas de más violencia, abandono y pobreza en el
sur, ubicada al final de Bogotá, Suacha y Bosa. Allí viven miles de
desplazados por la guerra que ha sufrido Colombia y que han llegado de
distintas regiones. Visitamos algunas familias, desde la casa de la
comunidad de las “Hermanas Juanistas” que han arrendado una casa en la
que han establecido una presencia entre la gente. “Aquí no se puede
hacer mucho de lo que una está acostumbrada por la situación de peligro
que impera, pero estamos aquí presentes como signo de cercanía y
escucha”, _dice una de las hermanas_ explicando el sentido de la Misión en aquel lugar.
En el
recorrido por la vecindad, pasamos frente a la casa de un padre que vive
en una casa sencilla como todas las del barrio, se levanta muy temprano
a su trabajo de hacer leche de Soya y
venderla, para tener algo de que vivir y el resto del día dedicarse a
las tareas pastorales, a él no lo encontramos, andaba en sus
ocupaciones. La actividad termina después de que compramos comida y
comemos con un grupo de vecinos, entre ellos varios niños, que apenas
hemos conocido y a quienes sentimos como nuestros verdaderos hermanos.
Nos despedimos impartiéndonos la bendición mutuamente y bendiciendo la
localidad.
Al final de todo, volvemos a nuestra sede al caer la tarde y la repuesta sobre la pregunta ¿y ahora qué? queda en camino. Una conclusión es realmente clara: Puebla sigue vigente, y sigue vigente para todos.