Bilbao/ESPAÑA.- Pili Bilbao ha sido la responsable del equipo formado por más de 40 personas voluntarias durante los últimos seis años y medio. Maritxu Epalza recoge el relevo en la asociación de la Iglesia Católica para la ayuda, promoción y desarrollo de los más necesitados. Colabora con Manos Unidas desde el año 1994.
¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrenta en esta nueva etapa?
Ante todo quisiéramos proseguir con la labor de sensibilización que nos ocupa en Manos Unidas. Ciertamente, la crisis que está azotando nuestro entorno es grave, pero debemos pensar que, en el mundo, hay gente que está aún en una situación peor. Mantenemos nuestros proyectos solidarios gracias a los asociados. Por lo tanto, uno de nuestros retos es mantener e incluso aumentar el número. Otro de nuestros objetivos es el de hacer más visible la labor de Manos Unidas en la sociedad y por supuesto, cuidar a los voluntarios, que son el alma de la asociación.
Comenzó a colaborar con Manos Unidas en Madrid
Sí el año 1994. Por motivos profesionales de mi marido nos trasladamos a vivir allí. Una amiga me invitó a conocer la asociación. Comencé realizando labores de secretaria, traductora y archivera en proyectos de África. Posteriormente, estuve de responsable de los proyectos de Madagascar y de Angola.
Además tuve ocasión de conocer, in situ, los proyectos desarrollados en Mozambique y Mauritania.
Retornó a Bilbao en el 2006
Aquí me integré en la delegación de Manos Unidas de Bilbao, como responsable de relaciones externas y me reincorporé a la parroquia de San Fernando. Allí había estado realizando labores de responsable en la catequesis del sector Abando-Albia. Actualmente mi tarea es la de monitora-lectora.
