CAMINEO.INFO.- La Iglesia está celebrando el Año Sacerdotal, convocado por el Papa Benedicto XVI con ocasión del 150 aniversario de la muerte de san Juan María Vianney, mejor conocido como el santo Cura de Ars, quien ilumina a todos los sacerdotes del mundo con su gran ejemplo de piedad y celo apostólico. 
Jesucristo ha venido escogiendo a sus sacerdotes de entre los hombres, los llama amigos (cf. Jn 15,15) y los hace partícipes de su misión redentora. Los primeros eran unos pescadores de Galilea, un publicano, un zelota y tiempo después un antiguo perseguidor de la fe. Y a lo largo de la historia no ha dejado de llamar hombres para que le siguieran de cerca y, experimentaran y transmitieran su amor, pues “el sacerdocio es el amor del corazón de Jesús” (san Juan María Vianney). 
Este libro cuenta los caminos de Dios por los cuales ha llevado a 60 legionarios de Cristo que fueron ordenados sacerdotes durante este Año Sacerdotal; casi todos en la Basílica de San Pablo Extramuros, en Roma, el 12 de diciembre de 2009, fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. Sus edades oscilan entre los 30 y los 40 años con excepción de dos, que ya superaron los 50. Provienen de once países: Alemania, Brasil, Canadá, España, Estados Unidos, Francia, Italia, México, República Checa, Venezuela y Vietnam. 
Sus historias son diferentes. Distintos sus temperamentos, su bagaje cultural, sus gustos e intereses. Nicolas, se graduó en biotecnología y fue oficial de la marina francesa. Jiøí, de la República Checa, vivió su infancia y juventud bajo el régimen comunista de su país. Pedro, mexicano, es el undécimo de dieciocho hermanos. David fue DJ de varias discotecas. Francisco Javier, de España, es un gran aficionado de la literatura del siglo XX. Joachim, alemán, subió el monte Kilimanjaro y como Richard, norteamericano, corrió un maratón. Aurelio se graduó como administrador de empresas en el Instituto Tecnológico de Monterrey. Raoul, de Canadá, se sintió llamado por Dios mientras visitaba a su hermano en el seminario. Juan Gerardo es primo hermano del jugador mexicano de fútbol Francisco “Kikín” Fonseca. Manuel, piloteaba una avioneta y le encantaba la cacería. Pero a todos ellos, como a san Juan María Vianney, les alcanzó el amor de Cristo y quedaron fascinados por su invitación a seguirle, para ser sus sacerdotes. 
Para unos la voz de Cristo fue tenue y serena; para otros clara e insistente desde el inicio. Unos respondieron enseguida, desde su adolescencia; otros necesitaron más tiempo para dejarse conquistar por Cristo. El encuentro con el llamado del Señor y el “sí” decidido de la entrega están al centro de cada experiencia vocacional que después debe comprobarse y madurar en un seminario diocesano o en la casa de formación de una congregación religiosa, bajo la atenta mirada de la Iglesia.