CAMINEO.INFO.- Hoy el evangelio “me obliga” otra vez a que os hable de
la Palabra de Dios ante la maravillosa catequesis que hoy nos presenta San Lucas sobre la Palabra.
Hace
dos domingos vimos con qué unción, con qué respeto, con qué veneración, el
Pueblo de Israel vivía la proclamación del libro de la ley que se había hallado
reconstruyendo el templo. Hoy el evangelio dice: “La gente se agolpaba
alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios”. El evangelista San Lucas
remarca, resalta, la importancia de la Palabra de Dios para que nosotros le
demos importancia en nuestras vidas. Nos hace bien imaginarnos la escena: Jesús
rodeado de gente que quiere escucharlo, de tanta gente que tendrá que subir a
la barca y desde allí enseñar. Imaginar una multitud escuchándolo nos ayuda a
entender que también nosotros lo hemos de escuchar.
Pero
no acaba aquí la catequesis de Lucas sobre la Palabra: Hoy Jesús le dice a
Pedro: “Rema mar adentro, y echad las redes para pescar”. Pedro
contesta: “Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido
nada”. Pero Pedro añade: “pero, por tu palabra, echaré las redes”. Por tu palabra, porque confío en tu palabra,
echaré las redes.
Y
la palabra de Jesús resultó eficaz, la
Palabra de Jesús produce lo que dice... La palabra de Jesucristo no es menos
eficaz hoy de lo que era entonces. Tenia entonces una eficacia inmediata (lo
hemos visto hoy) y hoy sigue teniendo la misma eficacia para producir cambios
en nuestra vida espiritual y personal.
La Palabra de Dios es una actividad divina que
produce infaliblemente efecto. Si Jesucristo me dice en el evangelio que “busque
el último puesto”, “que ame a los enemigos”, o “que cargue con mi cruz…”, eso significa que Él me da una
inclinación (unas gracias) para que busque el último puesto, …, …, De aquí la
importancia de tener una gran cercanía a la Palabra de Dios, porque Dios actúa
a través de la Palabra. La Palabra es una actividad divina, es una fuente de
gracias.
Pedro confía en la palabra de Jesús ¿y nosotros?. ¿Cómo nos acercamos a
ella?
Cuando se dice que
el evangelio es muy difícil hay que matizarlo porque no es así. Para un
paralítico no es fácil ni difícil andar,
es imposible, pero cuando Jesucristo le dice “anda”, entonces puede hacerlo.
Con el evangelio pasa lo mismo, no es fácil ni difícil que yo busque el último
puesto, no es fácil ni difícil que ame a los enemigos, no es fácil ni difícil
que cargue con gozo mi cruz,… Es imposible por mí mismo. Y posible con Jesús.
No se puede hablar
de que es fácil o difícil, es un don, una gracia que se recibe, en función de
nuestra proximidad a la persona de Jesucristo. Demasiadas veces queremos vivir
un cristianismo voluntarista (yo, mi voluntad, mi esfuerzo, mis capacidades) y
no fundamentado en la transformación que el encuentro con Él opera en nosotros.
Volvemos a la escena
del evangelio: Pedro y sus amigos están toda la noche pescando y nada. Se pesca
de noche, que es cuando los peces suben a la superficie, y de día bajan a las
profundidades, y no se pesca. Y siendo de día, Jesús les dice que vayan a
pescar.
Nunca han pescado de
día.
Contradice todo lo
que ellos, pescadores, saben de pesca.
Se lo está diciendo
un nazareno, Nazaret no está junto al mar, ni junto a ningún lago.
Jesús no ha sido
nunca pescador.
Y a pesar de todo
ello, Pedro obedece. Pedro, el impulsivo, el líder, obedece…
Miremos de obedecer
la Palabra de Dios, ¡probemos de llevar a cabo eso que nos propone! ¡¡Y veréis
que funciona!!
Y Jesús le dice: “No
temas; desde ahora serás pescador de hombres”. Desde ahora en lugar de
peces, pescarás hombres para introducirlos en la barca, símbolo de la Iglesia.
En esta tarea:
pescar hombres para introducirlos a la Iglesia. Nosotros no sabemos, yo el
primero. Vamos con unos criterios que no funcionan. Si supiéramos, aquí
estarían vuestros hijos, nietos, y amigos. Es Jesús quien sabe pescar, y quien
nos ha de enseñar a hacerlo. A él nos hemos de dirigir, preguntar, implorar,
cómo puedo “pescar” a… fulanito... Él es el gran pescador...
De lo que estoy
seguro, es que cuanto más cerca estemos de la Palabra, mejores pescadores
seremos... que así sea...